Continuación de Bucarest: historia, política y arte monumental (día 2).
Transilvania: entre leyendas y realidades
Mencionar Transilvania evoca de inmediato la sombra del Conde Drácula y el misterio de los castillos envueltos en niebla. Esta región histórica, ubicada en el centro de Rumanía y rodeada por un arco natural formado por las montañas Cárpatos, ha sido tierra de paso y de conflicto durante siglos.
Su nombre, que en latín significa “más allá del bosque” (Trans-silva), refleja su geografía: vastos bosques, valles verdes y montañas imponentes.

Transilvania es una región muy especial, con rasgos históricos, étnicos, culturales y etnográficos que la diferencian de otras regiones de Rumanía. Un viaje por Transilvania te revela un lugar distinto, con ciudadelas y fortificaciones de la Edad Media, pueblos construidos al estilo alemán (como Sibiu), iglesias fortificadas (en Viscri, por ejemplo), con numerosos ejemplos de arquitectura gótica (la iglesia negra de Braşov), renacentista, barroca y con tradiciones ancestrales. También queda patente la huella romana a través de la antigua mina de sal de Turda o el antiguo emplazamiento romano de Alba Iulia.

Breve historia de la región
Transilvania estuvo habitada desde tiempos prerromanos por los dacios, conquistados por el Imperio Romano en el siglo II (recordemos la columna de Trajano en Roma, del que se guarda una réplica en el Museo de Historia en Bucarest). Tras la retirada romana, la región vio llegar a pueblos como los godos, hunos y magiares.
La población autóctona, organizada en principados y vaivodas (se les llamaba así a los príncipes cristianos de Moldavia y Valaquia), estuvo bajo la dominación del Reino de Hungría entre los siglos XI y XIII. Un rasgo a tener en cuenta es que los húngaros, trajeron también a colones sajones, de origen alemán para consolidar su dominio. Esto iba a influenciar en ciudades como Sibiu, siguiendo una estructura y forma alemana, por lo que no es sorprendente que, aunque te encuentres en Rumanía, te sientas estar paseando por el centro de Europa.
Más tarde, Transilvania se convirtió en un principado autónomo bajo soberanía otomana, y en el siglo XVII, los Habsburgo incorporaron Transilvania a su imperio, dejando una huella arquitectónica y cultural muy marcada, en especial a través de los rasgos barrocos tan característicos de esta dinastía.
Tras la Primera Guerra Mundial, en 1918, Transilvania se unió al Reino de Rumanía. La combinación de influencias latinas, germánicas y magiares es hoy visible en sus iglesias, fortalezas y gastronomía.
Mitos y leyendas
La fama internacional de Transilvania se disparó con la novela Drácula de Bram Stoker (1897), inspirada parcialmente en la figura histórica de Vlad Țepeș, “El Empalador”, príncipe de Valaquia (que desarrollaré más adelante). Aunque la conexión real con el personaje es mínima, la región ha sabido aprovechar esta leyenda para atraer visitantes. La realidad es que Transilvania es tranquila, segura y una de las zonas más hospitalarias de Rumanía.

Sibiu: corazón sajón de Transilvania
Sibiu (Hermannstadt en alemán, Nagyszeben en húngaro) es una de las ciudades más bellas y mejor conservadas de Transilvania. Construida sobre el asentamiento romano de Cibinium, fue fundada en el siglo XII por colonos sajones invitados por el rey húngaro Géza II. Sibiu se convirtió rápidamente en un importante centro comercial y defensivo, gracias a su posición estratégica a los pies de los montes Cárpatos y al encontrarse en la ruta que conectaba Europa Central con los Balcanes.
Durante la Edad Media, Sibiu fue la capital política, económica y cultural de los sajones de Transilvania, lo que dejó una huella profunda en su arquitectura, urbanismo y tradiciones. Durante el momento álgido de la presencia sajona, Sibiu tenía 19 gremios (uno por cada oficio) intramuros, protegidos por unas robustas murallas, 49 torres y cuatro bastiones. Esto era debido a que la ciudad debía protegerse de invasiones otomanas y conflictos regionales, pero también de un floreciente comercio que enriqueció a sus habitantes.

En los siglos XIX y XX, Sibiu siguió destacando como centro cultural, con escuelas, teatros, cine, festivales de ópera y sociedades científicas. Celebres compositores como Strauss, Brahms o Listz pasaron por aquí.
Incluso fue la primera ciudad de Rumanía en tener un hospital, una imprenta y un museo. Tras décadas bajo la influencia del Imperio austrohúngaro y, más tarde, durante el régimen comunista, Sibiu logró preservar su patrimonio histórico, algo que le valió ser declarada Capital Europea de la Cultura en 2007, un hito que revitalizó su turismo y proyección internacional.
Hoy, Sibiu combina a la perfección su encanto medieval con una oferta cultural moderna. Sus plazas, callejuelas y tejados con “ojos” vigilan a los visitantes, mientras su gastronomía, marcada por la fusión rumana, sajona y húngara, invita a saborear la ciudad sin prisas. Con un ambiente tranquilo y seguro, es también un destino ideal para familias y para quienes buscan sumergirse en la región de Transilvania.
A continuación, haremos un repaso de los hitos del pueblo, que pueden verse en un par de horas, y donde es más que aconsejable la pernoctación en una incursión por Transilvania. Aunque es preferible alojarse cerca del centro peatonal donde descansan todos los lugares de interés y oferta gastronómica, si dispones de coche se puede dejar en el parking amplio que hay justo a las afueras del casco histórico.

Piata Mare (Plaza Grande)
La Piata Mare es el corazón de Sibiu desde el siglo XV y uno de los espacios públicos más amplios y bellos de Rumanía. Originalmente funcionaba como mercado central y lugar de eventos públicos, desde ferias y ceremonias hasta ejecuciones. Rodeada de imponentes edificios barrocos y renacentistas, muchos de ellos antiguas casas de comerciantes sajones, la plaza destaca por su pavimento adoquinado y el ambiente animado que mantiene durante todo el año.

Entre sus edificios más notables se encuentra el Ayuntamiento Antiguo, con su torre que ofrece vistas panorámicas, y el Palacio Brukenthal, sede del famoso Museo Nacional Brukenthal, que alberga colecciones de arte europeo de gran valor (mención especial a su sala de la música). La plaza también acoge conciertos, festivales y mercados navideños, lo que la convierte en un punto neurálgico tanto para locales como para visitantes.
Desde la Piata Mare parten varias calles históricas, como la Strada Nicolae Balcescu, y es un lugar ideal para comenzar a explorar el casco antiguo.
Piata Mica (Plaza Pequeña)
A pocos metros de la Plaza Grande se abre la Piata Mica, un espacio más íntimo y acogedor que históricamente servía como mercado secundario para los gremios. Su forma irregular y los edificios con soportales le dan un carácter medieval encantador. Parte de los mejores restaurantes se encuentran en esta zona, como Kulinarium, donde cenamos, que se esfuerzan en mantener el ambiente acogedor que da la plaza.

La Piata Mica es famosa por sus casas con “ojos” en los tejados, que parecen vigilar a los transeúntes. Aquí se encuentra el Puente de las Mentiras, uno de los lugares más fotografiados de Sibiu, y varios cafés y terrazas que invitan a detenerse y disfrutar del ambiente.
En la plaza también se alza la Casa Luxemburg, un edificio histórico que ha servido como residencia, almacén y ahora hotel, y la entrada a la Torre del Consejo (Turnul Sfatului), que conecta la Piata Mica con la Piata Mare y permite subir para contemplar una de las mejores panorámicas de la ciudad.
Turnul Sfatului (Torre del Consejo)
La Torre del Consejo (Turnul Sfatului) es uno de los monumentos más emblemáticos de Sibiu y un símbolo de su casco histórico. Construida originalmente en el siglo XIII como parte de las fortificaciones que separaban la Piata Mare (Plaza Grande) de la Piata Mica (Plaza Pequeña), la torre ha sido testigo de la evolución de la ciudad durante más de siete siglos.

Su función inicial era defensiva y de vigilancia, controlando el acceso entre las dos plazas principales y sirviendo como punto de observación ante posibles amenazas. Con el paso de los años, la torre fue reconstruida y ampliada en varias ocasiones debido a incendios y derrumbes, adoptando su forma actual en el siglo XVIII.
La torre debe su nombre a que se encontraba junto al edificio del antiguo consejo de la ciudad, donde se tomaban las decisiones políticas y administrativas. A lo largo de su historia también ha sido almacén de grano, prisión e incluso depósito de bomberos.
Hoy, el gran atractivo de la Torre del Consejo es la posibilidad de subir a su mirador, que es corta y apta para familias (con niños con cierta autonomía y actividad), por lo que resulta una actividad muy recomendable, y que ofrece una gran panorámica de las plazas y la ciudad.
Strada Nicolae Bălcescu
La Strada Nicolae Bălcescu es la arteria peatonal más animada de Sibiu y uno de los ejes comerciales y sociales de la ciudad. Se extiende desde la Piata Mare hacia el sur, conectando el casco histórico con la zona más moderna, y lleva el nombre de Nicolae Bălcescu, historiador y revolucionario rumano del siglo XIX. Si dejas el coche en el parking de entrada al casco antiguo, es la calle que tomas para llegar a la Piata Mare.

Pasear por esta calle es sumergirse en una mezcla de historia y vida contemporánea: sus edificios de fachadas coloridas y arquitectura neoclásica y barroca conviven con cafés, restaurantes, librerías y tiendas de artesanía local. En verano, las terrazas al aire libre se llenan de música en vivo y conversaciones, mientras en invierno suele ser el escenario principal del Mercado de Navidad de Sibiu.
La calle ha sido siempre un punto de encuentro para los habitantes de la ciudad. Durante la época sajona, era la vía de acceso a la plaza del mercado para comerciantes y viajeros; más tarde, bajo la influencia austrohúngara, se llenó de escaparates elegantes y cafés de inspiración vienesa, algunos de los cuales aún conservan su encanto.
Hoy es un lugar ideal para probar productos típicos de Transilvania, comprar recuerdos o simplemente disfrutar del ambiente. La calle también acoge eventos culturales, desfiles y actuaciones durante el festival internacional de teatro de Sibiu, uno de los más importantes de Europa del Este.

Curiosidad: si miras con atención las fachadas superiores, descubrirás detalles decorativos como molduras talladas, balcones de hierro forjado y, en algunos casos, los famosos “ojos” de Sibiu vigilando desde los tejados.
Puente de las Mentiras: entre mitos, advertencias y romanticismo
El Puente de las Mentiras, construido en 1859, fue el primer puente de hierro fundido en Rumanía y un avance técnico para su época. Une la Piata Mica con la zona de las murallas y el Pasaje de las Escaleras, y aunque su diseño es elegante, lo que más atrae a los visitantes es el aura de misterio que le rodea.


Su nombre no proviene de ningún fallo estructural, sino de las múltiples leyendas que han sobrevivido hasta nuestros días. Las más populares son:
- La advertencia a los mentirosos: se cuenta que si alguien cruza el puente y dice una mentira, este se derrumbará como castigo – en su versión más moderna (la antigua versión dice que el puente chirría o emite un quejido). Obviamente, nunca ha ocurrido, pero el mito ha hecho que muchos viandantes crucen en silencio.
- Los comerciantes tramposos: en el siglo XIX, cuando en la Piata Mica se organizaban mercados, algunos vendedores poco honestos que engañaban a sus clientes eran llevados al puente y, como humillación pública, se simulaba que iban a ser arrojados al vacío.
- Las parejas infieles: otra versión más romántica —o amarga, según se mire— dice que los novios y prometidos juraban amor eterno sobre el puente. Si uno de ellos rompía su promesa, el puente “lo castigaba” simbólicamente, ya fuera rompiendo la relación o con el rumor extendido por todo el pueblo.
Hoy en día, el Puente de las Mentiras es un lugar perfecto para fotografías. También se ha convertido en un punto de encuentro romántico, y aunque nadie teme ya caer al vacío, muchos todavía bajan la voz al cruzarlo, como si las antiguas supersticiones pudieran despertar.

Las ventanas con ojos de Sibiu: los centinelas de la ciudad
Una de las imágenes más icónicas y peculiares de Sibiu son las ventanas con ojos que parecen observarte desde los tejados. Estos orificios alargados y semicirculares no son un capricho decorativo, sino un ingenioso elemento arquitectónico que se remonta a los siglos XV y XVI.
En aquella época, Sibiu era una ciudad fortificada habitada por la comunidad sajona, muy próspera gracias al comercio. Las casas de los burgueses se construían con grandes áticos para almacenar grano, herramientas y mercancías. Para evitar que el calor del verano estropeara las provisiones, los tejados se diseñaron con ventanas de ventilación estratégicamente dispuestas.

Con el paso del tiempo, estas aberturas, cubiertas por tejas, fueron tomando forma de párpados entrecerrados, creando la ilusión de un ojo vigilante. Y así nació la sensación de que la ciudad siempre estaba “observando” a sus habitantes.
La leyenda popular añade un toque de misterio: se dice que estos “ojos” servían para recordar a todos que la comunidad vigilaba —un aviso contra el fraude y el incumplimiento de normas, típico de las ciudades mercantiles medievales. Hoy, los ojos de Sibiu son un símbolo turístico y aparecen en souvenirs, camisetas e incluso como inspiración para eventos culturales.
Catedral Luterana de Sibiu
La Catedral Evangélica Luterana de Sibiu (Biserica Evanghelică C.A. din Sibiu) es uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad y una joya de la arquitectura gótica en Transilvania. Su imponente torre de 73 metros de altura domina el horizonte del casco antiguo y puede verse desde casi cualquier punto de la ciudad, sirviendo históricamente como referencia para viajeros y comerciantes que se acercaban a Sibiu. Es la tercera catedral más alta de Rumanía tras la Iglesia Negra en Braşov y la catedral de San Miguel de Alba Iulia.

Su construcción comenzó en 1371 sobre los cimientos de una iglesia románica anterior, y se prolongó durante varias décadas, hasta bien entrado el siglo XVI. La iglesia perteneció y aún pertenece a la comunidad sajona, mayoritaria en la ciudad durante la Edad Media.
El interior, sobrio y luminoso, destaca por su púlpito de piedra tallada (1520) y sus bóvedas góticas que se elevan con elegancia sobre la nave central. Sin embargo, uno de sus elementos más fascinantes es la galería funeraria situada junto al altar, donde descansan figuras históricas y personalidades influyentes de la comunidad sajona.

La catedral también es famosa por su órgano monumental, el más grande de Transilvania, instalado en el siglo XIX por la casa Sauer de Alemania. Con más de 6.000 tubos, el órgano sigue utilizándose en conciertos regulares, especialmente durante el Festival Internacional de Órgano de Sibiu, que atrae a músicos y aficionados de toda Europa.
Catedral Católica Romana de Sibiu
La Catedral de la Santísima Trinidad (Catedrala Sfânta Treime) es uno de los templos más importantes del culto católico en Transilvania y un bello ejemplo de la arquitectura barroca vienesa del siglo XVIII. Construida entre 1726 y 1738, se levanta en la Plaza Huet, en pleno corazón del casco histórico, y es fruto de la influencia de los Habsburgo, que dominaron la región en aquella época.

Aunque su exterior es sobrio en comparación con otros templos, su interior es un estallido de color y detalle.
El interior sorprende por sus frescos de vivos tonos dorados y azulados, que cubren la bóveda y narran escenas bíblicas y pasajes de la vida de Cristo. El altar mayor, ricamente ornamentado, presenta columnas salomónicas y esculturas que guían la mirada hacia un retablo central presidido por una pintura de la Santísima Trinidad.
Cena en Kulinarium
Nuestra jornada terminó en Kulinarium, en Piata Mica, donde disfrutamos de Kulinarium. Este restaurante de influencia italiana y francesa, fresca y bien presentada, es acogedor y preparado para familias y niños. Se puede escoger entre salchichas ahumadas austríacas, sopa de espinacas con hueves de codorniz, trucha con polenta o una amplia carte de pastas, y por supuesto, una fría cerveza Bucur.




También consideramos cenar en Crama Sibiul Vechi, unos de los restaurantes más evocadores de Sibiu, alojado en una bodega del siglo XV e ideal para una experiencia auténtica, aunque menos apto para ir con niños. La cocina es rumana y sus especialidades son las croquetas de queso, las albóndigas y el estofado campesino.

Curtea de Argeș: historia y espiritualidad
Si bien he empezado relatando nuestra estancia en Sibiu, nuestra ruta comenzó realmente saliendo de Bucarest en dirección Curtea de Argeș, una de las ciudades más antiguas y emblemáticas de Valaquia, justo a las puertas de Transilvania. Esta ciudad exhala un encanto agradable y humilde, dignificado por los cautivadores tesoros históricos de cuando fue capital de Valaquia y sigue siendo un centro religioso de gran importancia.
La Catedral de Curtea de Argeș
Construida entre 1512 y 1521 por el príncipe Neagoe Basarab, esta joya de la arquitectura ortodoxa combina estilos bizantino, gótico y renacentista. Su construcción original estaba realizada con mármol y azulejos traídos desde Constantinopla, en cambio, el edificio actual data de 1875, donde el arquitecto francés André Lecomte du Nouy fue contratado para salvar el complejo que se encontraba casi en ruinas.


Sus torres en espiral parecen retorcerse hacia el cielo, un diseño poco común en Europa Oriental. En su interior descansan varios reyes y reinas de Rumanía, como el rey Carlos I y la reina Isabel.
Aunque la fachada estaba parcialmente cubierta por andamios por trabajos de restauración, el interior deslumbraba con frescos y ornamentos dorados.

Pausa gastronómica en La Costica
Antes de proseguir, nos detuvimos en La Costica, un restaurante tradicional con jardín y parque infantil, muy práctico para familias. Allí probamos una fuente variada con:
- Carnes ahumadas y salchichas artesanales.
- Mămăligă (polenta) cortada en triángulos.
- Quesos de diferentes curaciones.
- Verduras encurtidas y cebolla roja fresca.
- Chicharrones crujientes (jumări).
- Ensalada de pepino, tomate y cebolla roja.
La abundancia y el sabor casero marcaron un perfecto inicio gastronómico en la región.


Monasterio de Cozia: arte y fe en los Cárpatos
Antes de llegar definitivamente a Sibiu, continuamos hacia el norte hasta el Monasterio de Cozia, fundado en 1388 por Mircea el Viejo, uno de los grandes líderes de Valaquia. Situado a orillas del río Olt, este conjunto monástico destaca por su iglesia bizantina con frescos del siglo XIV y por haber sido un centro cultural y religioso durante siglos. Su entorno montañoso y su atmósfera serena invitan a detenerse y contemplar.
✅ Consejos para viajar con niños por Transilvania
- Elegir alojamientos céntricos en ciudades peatonales como Sibiu para minimizar desplazamientos.
- Aprovechar restaurantes con jardín o parque infantil, muy comunes en Rumanía.
- Planificar paradas intermedias en trayectos largos, como hicimos en Curtea de Argeș y Cozia.
- Llevar ropa de abrigo incluso en verano, ya que las noches en los Cárpatos pueden ser frescas.
- Introducir la historia y leyendas de forma adaptada a los niños para que el viaje sea también educativo.
A continuación Salina Turda y Alba Iulia: historia subterránea y legado imperial (Transilvania – día 4).