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Buenos Aires en 2 días: Recoleta, Palermo, San Telmo y el colorido barrio de La Boca

Continuación de Qué ver en Buenos Aires en 1 día: Plaza de Mayo, Casa Rosada y tango en vivo.

Después de un buen descanso en el Argenta Tower Hotel, cercano al Parque de San Martín, que no es un hotel de lujo pero sí muy cómodo, buen de precio y con el plus de tener una piscina en la azotea ideal para relajarse al final de la jornada, arrancamos temprano el segundo día con una visita imprescindible: el Barrio de la Recoleta.

Argenta Tower

La Recoleta: ángeles, leyendas y héroes

Por la mañana nos dirigimos a La Recoleta, uno de los barrios más elegantes y con más historia de Buenos Aires. Al llegar, lo primero que notamos fue el aire distinto: calles arboladas, cafés con terrazas, edificios de estilo francés y plazas llenas de vida. Todo parece invitar a caminar despacio, como si el barrio quisiera mostrarse con calma.

El Cementerio de la Recoleta

Cruzamos la Plaza Francia y, entre árboles y cafés, entramos a este laberinto de mausoleos que es el Cementerio de la Recoleta, considerado uno de los más bellos del mundo. Entrar allí es como internarse en una pequeña ciudad: pasajes estrechos, mausoleos con cúpulas y vitrales, esculturas de mármol y bronce que parecen hablar del paso del tiempo.

Un majestuoso laberinto de mausoleos
Una bóveda del Cementerio de la Recoleta con ángel sobre cúpula de vidrio emplomado

Reconocimos el mausoleo de Bartolomé Mitre, presidente y periodista; el de José C. Paz, fundador de La Prensa; y el del militar Carlos Forest. Nos detuvimos en la tumba más visitada, la de Eva Perón, siempre adornada con flores frescas, y en la conmovedora escultura de Liliana Crociati con su perro Sabú, una historia trágica que sigue enterneciendo a los visitantes.

Mausoleo de Bartolomé Mitre
La discreta tumba de Eva Perón

Cada esquina ofrecía un detalle sorprendente: ángeles melancólicos, puertas de hierro forjado, inscripciones en latín. Nos impresionó el mausoleo de Guillermo Brown, padre de la marina argentina, con símbolos navales, y nos divertimos al encontrar al famoso “ángel cansado”, con gesto humano y vulnerable. Más que un cementerio, la Recoleta es un museo al aire libre, un viaje por la memoria argentina.

Bóveda de la Familia Francisco Gómez —el “ángel cansado/lloroso” es una escultura muy famosa.
Jose C. Paz
Uno de los cementerios más bellos del mundo
Otra magnífica escultura

La historia de Liliana Crociati de Szaszak es una de las más conmovedoras y misteriosas del Cementerio de la Recoleta, y por eso su tumba es de las más visitadas.

Liliana era una joven argentina nacida en 1944. En 1970, durante un viaje a Austria con su marido, fue sorprendida por una avalancha de nieve en Innsbruck. Tenía apenas 26 años. Su muerte repentina y trágica conmovió a su familia, que decidió rendirle homenaje de una manera muy particular.

Su tumba en Recoleta no se parece a ninguna otra: en lugar del estilo clásico de mausoleo o cúpula, se levantó una escultura de bronce a tamaño natural de Liliana, de pie, con un vestido de novia o de fiesta. A su lado está la figura de su perro Sabú, que también había muerto poco antes y fue incluido como compañero eterno. La escena transmite una ternura inmensa, como si la joven siguiera acariciando a su fiel amigo.

La obra tiene además un aire gótico, con detalles en las ventanas del mausoleo que recuerdan a vitrales medievales, lo que la hace destacar aún más entre las bóvedas clásicas.

Con el tiempo, la tumba de Liliana se convirtió en un lugar de peregrinación no solo por la belleza de la escultura, sino también por la leyenda que la rodea. Muchos visitantes dejan flores o acarician la cabeza de Sabú en señal de afecto y respeto.

Liliana Crociati con su perro Sabú

La plaza y sus alrededores

Al salir, cruzamos la Plaza Francia, donde artesanos venden sus creaciones los fines de semana y músicos llenan el aire de melodías. Justo al lado está el imponente Centro Cultural Recoleta, que ofrece exposiciones contemporáneas en un antiguo convento franciscano, y la Basílica del Pilar, con su fachada blanca y su interior barroco. Paramos a tomar un helado ya que el verano austral comenzaba a apretar.

En una de las esquinas descubrimos al gigante silencioso del barrio: El Gran Gomero, un ficus plantado en 1791 cuyas ramas se extienden como un techo vivo sobre la plaza. Sentarse bajo su sombra es casi un ritual para los porteños, y sobre todo, para poder huir del sol a esas horas de la mañana.

El Gran Gomero
Tomando un helado en La Recoleta en pleno diciembre(verano austral)

La Recoleta no es solo cementerio e historia: es también un barrio de cafés tradicionales como La Biela, librerías elegantes, centros culturales y parques. Es el lugar donde lo europeo y lo criollo se mezclan con naturalidad, donde el arte convive con la vida cotidiana.

Eva Duarte de Perón, más conocida como Evita (1919–1952), fue una de las figuras más influyentes y carismáticas de la Argentina del siglo XX. Nació en un hogar humilde en la provincia de Buenos Aires y, siendo muy joven, se trasladó a la capital para abrirse camino como actriz de radio y cine. Allí conoció a Juan Domingo Perón, un coronel que comenzaba a destacar en la política tras la revolución de 1943. Se casaron en 1945, justo antes de que Perón llegara a la presidencia.

Como primera dama, Evita transformó su papel en una verdadera plataforma política y social. Fue la impulsora de la Fundación Eva Perón, que distribuyó alimentos, construyó hospitales, escuelas y viviendas, y dio asistencia directa a los más necesitados. También lideró la lucha por la aprobación del voto femenino en 1947, y creó el Partido Peronista Femenino, que dio voz y poder a miles de mujeres por primera vez en la vida política argentina. Su conexión con los “descamisados” (los obreros) la convirtió en un ícono popular y en símbolo de justicia social.

Murió en 1952 a los 33 años víctima de un cáncer, en pleno apogeo de su influencia. Su temprana muerte la elevó al rango de mito, comparable al de una santa laica para sus seguidores, y hasta hoy su imagen sigue presente en murales, discursos y canciones. Amada por millones y criticada por quienes la consideraban autoritaria y populista, Eva Perón encarna como nadie las pasiones y contradicciones de la Argentina moderna.

Palermo: verde, arte y vida moderna

Tras esa mañana de mármol y silencio, cambiamos radicalmente de ambiente: nos fuimos a Palermo, el barrio más extenso y diverso de Buenos Aires. Caminamos primero por los Bosques de Palermo, con su lago artificial y el Rosedal, donde más de mil especies de rosas florecen cada primavera. Entre familias en bote, corredores y ciclistas, el aire aquí se siente más ligero.

Rosedal de Palermo

Seguimos hacia Palermo Soho y Hollywood, donde las calles arboladas se llenan de bares de diseño, librerías y tiendas independientes. Grafitis de artistas callejeros cubren las paredes, transformando cada esquina en una galería a cielo abierto. Es un barrio perfecto para perderse sin mapa: siempre aparece un café moderno o una plaza soleada donde hacer una pausa.

Palermo Soho

Belgrano: tradición y sabores

De Palermo saltamos hacia Belgrano, con su mezcla elegante y cosmopolita. Caminamos por la Plaza Manuel Belgrano, con la parroquia colonial de la Inmaculada Concepción —conocida como “La Redonda” por su cúpula circular— y exploramos las tiendas y heladerías de la calle Juramento.

Plaza Manuel Belgrano

Belgrano también guarda una faceta inesperada: el Barrio Chino, con sus arcos de entrada, supermercados repletos de productos orientales y restaurantes que ofrecen desde sushi hasta dim sum. Aquí nos detuvimos a almorzar, cambiando por un rato el asado y las empanadas por sabores asiáticos, aunque siempre acompañados de un buen vino argentino.

Quizá es la parte de Buenos Aires que menos me transmitió, y es uno de los barrios más alejados del itinerario más típico, por lo que quizá si viajas pocos días a Buenos Aires, el esfuerzo de llegar a este barrio más el coste de oportunidad quizá no merezca tanto la pena para una primera visita a la ciudad. También para aligerar el paso es muy conveniente trasladarte en taxi o vehículos con conductor por aplicación donde agiliza y acorta las distancias entre los distintos puntos de interés de tan enorme ciudad.

Si algo caracteriza a las capitales americanas es que han tenido un espacio enorme para construir y no han estado limitados por construcciones antiguas o una complicada orografía o climatología adversa, como se puede dar en Europa. Por ello, las urbes son enormes, y recorrerlas a pie quizá no sea la mejor idea.

San Telmo: nostalgia de tango y adoquines

Por la tarde, regresamos al sur de la ciudad para conocer San Telmo, uno de los barrios más antiguos y con más carácter de Buenos Aires. Sus calles de adoquines, farolas antiguas y conventillos de colores evocan la ciudad del siglo XIX.

Un templo nacido de los jesuitas

La Parroquia de San Pedro González Telmo, más conocida como Iglesia de San Telmo, es uno de los grandes hitos del barrio de San Telmo y tiene una historia muy ligada a la identidad porteña.

La iglesia se comenzó a construir en 1734, en los terrenos de la antigua huerta del convento jesuita. Tras la expulsión de la orden en 1767, el templo pasó a manos de los dominicos y fue consagrado en honor a San Pedro González Telmo, patrono de los marineros y navegantes, muy apropiado para un barrio cercano al río y al puerto.

Parroquia de San Telmo

Su arquitectura combina el estilo barroco colonial con elementos más sencillos. La fachada es blanca, con torres gemelas y una cúpula central que se distingue entre los techos de San Telmo. En el interior conserva altares dorados, imágenes antiguas y una atmósfera de recogimiento, muy distinta al bullicio de los mercados y bares del barrio.

Durante el siglo XIX fue centro de atención de la comunidad, especialmente en tiempos de epidemias como la fiebre amarilla de 1871, cuando San Telmo se despobló y muchas familias se mudaron hacia el norte de la ciudad. La parroquia quedó como refugio de fe para los que permanecieron.

Hoy, la iglesia sigue activa con misas y celebraciones, y es una parada muy recomendable en cualquier recorrido por el barrio.

Plaza Dorrego: adoquines, antigüedades y tango al aire libre

Llegamos a Plaza Dorrego y sentimos que San Telmo se presenta aquí con todas sus capas: los adoquines irregulares, los faroles antiguos, los bares con mesas en la vereda y ese murmullo constante de música y voces. Es una de las plazas más antiguas de Buenos Aires —corazón histórico del barrio— y punto de encuentro de anticuarios, artistas y milongueros.

Plaza Dorrego

La plaza se abre en la calle Defensa a la altura de Humberto 1°, rodeada de casas bajas con balcones de hierro y fachadas de época. En las esquinas sobreviven bares notables con carteles pintados al filete porteño; muchos conservan pisos de damero y mostradores de madera. Nos sentamos a mirar la vida pasar: guitarras, bandoneones, parejas que ensayan un ocho y vendedores que montan sus mantas con objetos insólitos.

La feria de San Telmo (domingos)

El domingo, el día que fuimos, la plaza estalla. La Feria de Antigüedades —que se extiende por Defensa varias cuadras— convierte el lugar en un museo a cielo abierto: cámaras antiguas, vajilla de los años 50, vinilos, medallas, postales, lámparas, juguetes de lata, relojes, billetes, monedas, literatura. A medida que avanza la tarde, aparecen músicos y bailarines; algunos montan tangos improvisados en el empedrado, y el aplauso contagia a todo el mundo.

El ajetreado barrio de San Telmo

En mi caso personal, me gusta coleccionar objetos curiosos de los lugares a los que voy en el mundo. Quizá pueda comprar un pequeño souvenir, una moneda, una figura de un animal típico, algún edificio característico, etc. de esa forma, ese pedacito del lugar lo encuentro en mi hogar y me sirve de inspiración para seguir viajando y escribiendo este blog.

Cuando supe de esta Feria de Antigüedades en San Telmo, hicimos cuadrar nuestra visita con un domingo, para así, poder ver los puestos y adquirir algo adicional para mi colección. Lo que más me llamó la atención fueron monedas antiguas argentinas que pude adquirir a buen precio. También buscaba monedas coloniales, pero desafortunadamente no las encontré en ese lugar. La numismática es una de las maneras más fáciles y sencillas de traerte recuerdos de un lugar, ya que son propias del país, relatan un hecho o símbolo, aprendes cuál es su moneda y son fáciles de transportar y guardar.

Feria de Antigüedades de San Telmo

Mercado de San Telmo

Más tarde nos metimos en el Mercado de San Telmo, una mezcla de puestos de antigüedades, frutas, especias y cafés con aire vintage. Entre muebles viejos, discos de vinilo y fotografías en sepia, sentimos que San Telmo es un barrio que vive entre la bohemia y la nostalgia.

Mercado de San Telmo

La Boca: colores, pasión y fútbol

Para cerrar el día, nos dirigimos a La Boca, quizás el barrio más pintoresco de Buenos Aires. En el Caminito, las casas de chapa pintadas de colores brillantes —herencia de los inmigrantes genoveses que usaban restos de pintura de los barcos— parecen un escenario teatral. Músicos, bailarines de tango y artesanos llenan la calle de vida.

El nombre “Caminito” viene del famoso tango compuesto por Juan de Dios Filiberto en 1926.

El caminito de Boca

Pero La Boca no es solo postal: es también cuna de pasión futbolera. Muy cerca está el mítico estadio de Boca Juniors, La Bombonera, cuya forma compacta y vibrante le da fama mundial. Aunque no entramos al museo esa vez, nos asomamos a las puertas para sentir ese magnetismo que atrae a hinchas de todas partes.

Boca Juniors: más que un club, un símbolo argentino

Visitar La Boca sin mencionar a Boca Juniors es imposible: el club es parte de la identidad del barrio y de toda la Argentina. Fundado en 1905 por inmigrantes genoveses (de ahí el apodo de xeneizes), Boca Juniors nació como un equipo humilde en un barrio obrero, pero con el tiempo se convirtió en uno de los clubes más importantes y populares del mundo.

La bombonera

Boca se asocia con la identidad popular: trabajadores portuarios, inmigrantes y vecinos del sur de la ciudad que encontraron en el fútbol una forma de orgullo y pertenencia. Esa raíz barrial le dio al club un carácter de lucha, pasión y resistencia, lo que explica por qué millones de argentinos —incluso fuera de Buenos Aires— lo sienten como propio.

El estadio Alberto J. Armando, conocido como La Bombonera, es un templo del fútbol mundial. Inaugurado en 1940, su forma irregular y sus tribunas empinadas generan una acústica única: los hinchas dicen que “La Bombonera no tiembla, late”. Para cualquier visitante, entrar allí es experimentar un mar azul y oro de banderas, cantos y emoción difícil de describir.

Ídolos y gloria internacional

Boca Juniors es uno de los clubes más exitosos de Argentina y Sudamérica. Su camiseta vistieron ídolos como Diego Maradona, Juan Román Riquelme y Carlos Tévez, jugadores que dejaron huella tanto en el club como en la selección argentina.

Diego Armando Maradona jugando para Boca

Boca no es solo un club de fútbol: es una identidad cultural y social.

La Boca es barrio de contrastes: turístico y popular, alegre y humilde, lleno de arte callejero y murales que hablan de identidad y lucha. Terminar el día allí fue como ponerle un broche de color a una jornada intensa.

Resumen del día 2

En un solo día pasamos de los ángeles de mármol de Recoleta al arte urbano de Palermo, del aire cosmopolita de Belgrano a la nostalgia tanguera de San Telmo, y finalmente al estallido de colores de La Boca. Buenos Aires mostró su capacidad de reinventarse en cada barrio, siempre diferente, siempre intensa.

Preguntas frecuentes sobre el segundo día en Buenos Aires

¿Por qué vale la pena visitar el Cementerio de la Recoleta?
Porque no es solo un cementerio, sino un verdadero museo al aire libre. Sus mausoleos son obras de arte y allí descansan figuras históricas como Eva Perón. Además, cada tumba tiene historias y leyendas que reflejan la identidad argentina.

¿Qué otros atractivos hay en Recoleta además del cementerio?
La Plaza Francia con su feria de artesanos, el Centro Cultural Recoleta, la Basílica del Pilar y el majestuoso Gran Gomero, un ficus centenario que es un ícono del barrio.

¿Qué diferencia a Palermo de otros barrios?
Palermo combina naturaleza y vida moderna: los Bosques de Palermo con su Rosedal son ideales para pasear, mientras que Palermo Soho y Palermo Hollywood son centros de arte urbano, cafés de autor y vida nocturna.

¿Qué se puede hacer en Belgrano?
Es un barrio elegante y residencial, con la Plaza Manuel Belgrano y su iglesia colonial, avenidas comerciales como Juramento y Cabildo, y el famoso Barrio Chino, perfecto para una pausa gastronómica diferente.

¿Qué hace especial a San Telmo?
Su aire bohemio y nostálgico. Calles de adoquines, conventillos antiguos, la Plaza Dorrego con tango al aire libre y el Mercado de San Telmo, lleno de antigüedades y sabores tradicionales.

¿Qué representa La Boca en la identidad de Buenos Aires?
La Boca es el barrio de los inmigrantes genoveses, del colorido Caminito y de la pasión futbolera por Boca Juniors. Es un lugar vibrante, lleno de arte callejero y energía popular.

¿Es seguro visitar San Telmo y La Boca?
Sí, durante el día son zonas muy turísticas. Conviene estar atentos a pertenencias y evitar calles solitarias fuera de los circuitos principales, especialmente en La Boca al anochecer.

¿Dónde conviene almorzar o cenar en este recorrido?
En Belgrano hay muy buena oferta gastronómica (incluido el Barrio Chino). Para la noche, San Telmo y Palermo tienen bares y restaurantes de todo tipo, desde bodegones históricos hasta cocina de autor.

A continuación Buenos Aires en 3 días: Obelisco, Congreso y Puerto Madero al atardecer.