Continuación de Viscri, Saschiz, Apold, Biertan: algunas de las iglesias fortificadas de Transilvania.
Una rápida foto de la historia de Brașov
Brașov, situada en el corazón de Transilvania y rodeada por los Cárpatos, es una de las ciudades más emblemáticas de Rumanía. Sus orígenes se remontan al siglo XIII, cuando los Caballeros Teutónicos fueron invitados por el rey húngaro Andrés II para fortificar y defender la frontera oriental del reino. Tras su expulsión, colonos sajones llegaron a la zona y fundaron la ciudad, conocida en latín como Corona, en alemán como Kronstadt y en húngaro como Brassó. Esta diversidad de nombres refleja la mezcla cultural que marcó desde sus inicios la identidad de la ciudad.

Durante la Edad Media, Brașov floreció como un próspero centro comercial gracias a su ubicación estratégica en las rutas que unían el Imperio Otomano, Moldavia y Europa Central. Los gremios de artesanos y comerciantes sajonas convirtieron la ciudad en un núcleo económico vital, rodeado de imponentes murallas defensivas con bastiones que aún se conservan. La famosa Iglesia Negra, construida entre los siglos XIV y XV, se convirtió en símbolo de la fuerza espiritual y cultural de la comunidad luterana sajona, resistiendo incendios y guerras.
En los siglos XVII y XVIII, Brașov fue escenario de tensiones entre el Imperio Otomano, los Habsburgo y el Principado de Transilvania, aunque también vivió un auge cultural. La tipografía de Brașov imprimió el primer libro en rumano en 1559, y fue un centro clave para el desarrollo de la identidad nacional rumana. En el siglo XIX, la ciudad participó activamente en el despertar nacionalista y en los movimientos independentistas, integrándose finalmente en el Reino de Rumanía tras la Primera Guerra Mundial.


Durante el período comunista, Brașov fue industrializada, pero también sufrió episodios de represión, como la revuelta obrera de 1987, uno de los movimientos más relevantes contra el régimen de Ceaușescu antes de su caída en 1989. Hoy en día, Brașov combina su legado medieval con la modernidad: es una de las ciudades más turísticas del país, gracias a su cercanía a estaciones de esquí como Poiana Brașov y al mítico castillo de Bran.

La Iglesia Negra
El hito más importante de la ciudad es sin duda su Iglesia Negra, lugar que tiene que priorizar en una visita a Braşov. Por ello, es el primer punto al que nos dirigimos cuando llegamos a la ciudad. Perdernos su interior hubiera sido un gran borrón en nuestra gira transilvana.

Orígenes y construcción
La construcción comenzó en 1385, sobre una iglesia románica más antigua, cuando Brașov era uno de los centros comerciales más importantes de Transilvania dentro de la Liga Hanseática. Su edificación se extendió casi un siglo, hasta 1477, con maestros sajones y artesanos traídos de toda Europa Central. El estilo predominante es el gótico tardío, pero el paso del tiempo dejó huellas renacentistas y barrocas.
El incendio de 1689
El gran incendio provocado durante la invasión de los Habsburgo en 1689 arrasó buena parte de Brașov y dañó gravemente el templo. El humo y las llamas ennegrecieron las piedras de la fachada, de ahí su nombre actual: Biserica Neagră (Iglesia Negra). La restauración tardó décadas, y muchas de las decoraciones interiores se perdieron para siempre. Aunque no exactamente igual, algo parecido ocurrió con la Catedral de Colonia – se ennegreció aunque el motivo fue distinto, principalmente debido a la contaminación continuada durante el paso de los años.
Dimensiones colosales
Es la iglesia gótica más grande de Europa Oriental: mide 90 metros de largo, 37 metros de ancho y 65 metros de altura. Puede acoger hasta 5.000 personas, un reflejo de la riqueza e importancia de Brașov en la Edad Media. La torre principal, rematada con un reloj, se convirtió durante siglos en el punto de referencia de la ciudad.

Campana y órgano monumental
En la torre se encuentra la campana de bronce más grande de Rumanía, con casi 6 toneladas de peso. El órgano barroco, construido en 1839 por Carl August Buchholz, cuenta con 4.000 tubos y se mantiene en uso. Cada verano se organizan conciertos semanales, muy recomendables, que llenan el templo de un sonido majestuoso.

En el interior pudimos hacer un pequeño recorrido donde nos marcaron varios puntos de interés. Entre otros, describo los siguientes:
La Pila Bautismal
La pila bautismal es el objeto decorativo más antiguo que se conserva en la Iglesia Negra. Fue donada en 1472 por el párroco Johannes Reudel (†1499), en una época en la que la reconstrucción de la iglesia había sido completada.

Mostrando la forma típica de un cáliz, la pila bautismal presenta las características de objetos similares en el espacio transilvano del siglo XV. En las paredes de la pila y en su pie hay una diminuta inscripción gótica que revela una oración a la Virgen María y menciona el nombre del donante y el año de la donación.
Una barandilla octogonal de hierro forjado, donada por Hannes Messen en 1716, separa la pila bautismal del resto de la iglesia.
Esta significativa colocación de la pila bautismal en la iglesia se debe a la especial importancia que tiene como símbolo e instrumento del sacramento del bautismo: el acto de aceptación en la comunidad cristiana.
El altar mayor
Junto con el púlpito y la pila bautismal, el altar es una de las piezas más importantes del espacio de la iglesia evangélica. Como lugar de celebración de la Eucaristía, es el centro litúrgico de la iglesia. Según la creencia luterana, los participantes en la comunión reciben en el altar el verdadero cuerpo de Cristo y su verdadera sangre para el perdón de los pecados. Inmediatamente antes del altar, el sacerdote pronuncia la oración y bendice a la congregación.

El altar de la Iglesia Negra fue construido en 1865, tras los trabajos de renovación y restauración del interior. Tallado en madera de roble y parcialmente dorado, la arquitectura del altar refleja elementos típicos de la iglesia gótica.
La pintura central del artista de Weimar Friedrich Martersteig presenta la escena del Sermón de la Montaña en el Nuevo Testamento (Mateo 5–7). Una cinta inscrita recuerda la llamada de Cristo: “Venid a mí”. La escena está flanqueada por dos nichos, en los que se colocan las figuras de los cuatro evangelistas. Sobre la pintura están las estatuas del apóstol Pedro, sosteniendo la llave, y del apóstol Pablo, sosteniendo la espada.
El púlpito
El púlpito era anteriormente el lugar desde donde el sacerdote proclamaba la palabra de Dios durante el sermón. Por eso el púlpito barroco de la Iglesia Negra es prominente y visible, situado casi en el centro del espacio de la iglesia. Sin embargo, desde el SXIX, la figura del púlpito ha ido cayendo en desuso, por lo que la mayoría de los sermones se suelen dar desde el altar.

El cuerpo principal del púlpito se eleva sobre una figura de soporte que puede identificarse como Moisés. Sobre su cabeza, los símbolos de los cuatro evangelistas están tallados en piedra (el león, el ángel, el toro y el águila). Flanqueado por dos ángeles, hay un medallón enmarcado en dorado que lleva las iniciales del donante y, señalando el pasaje de la Biblia (Mateo 3, 10), aparece la imagen de un árbol en cuyas raíces yace un hacha. La escalera del púlpito está cerrada por una puerta de madera que muestra otro pasaje bíblico (Jeremías 1, 9-19) del Antiguo Testamento. El relieve muestra a Jehová, que toca la boca del profeta Jeremías y al mismo tiempo apunta a los símbolos de una rama y una olla hirviendo. La parte superior del púlpito es una corona tallada y ricamente ornamentada, con la figura coronada de Cristo resucitado y glorioso.
Con sus imágenes, citas y referencias bíblicas, el púlpito actúa como una ilustración de los sermones predicados después del Gran Incendio, en los que los sacerdotes culpaban al pueblo de Brașov por su vida pecaminosa y llamaban al arrepentimiento.
Tanto el cuerpo principal como la parte superior del púlpito, así como las alfombras otomanas, los textiles, las lámparas y el reloj de arena, fueron construidos y adquiridos con las donaciones recolectadas, lo que muestra el fuerte compromiso de los ciudadanos de Brașov con la reconstrucción de su iglesia después del Gran Incendio.
Los bancos históricos
El sermón es el elemento central del culto evangélico. Para poder escuchar tranquilamente la interpretación de la palabra de Dios por parte de un sacerdote, los participantes solían sentarse. Poco después de la Reforma, las iglesias evangélicas comenzaron a llenarse de asientos y bancos.
Gradualmente, lo que importaba era quiénes eran los feligreses y qué lugar les correspondía en la iglesia. Las personalidades importantes de la ciudad solían sentarse frente al púlpito, donde podían escuchar perfectamente el sermón y ver al sacerdote. Los miembros de los gremios más pobres solo tenían permitido colocar sus bancos en los rincones más apartados de la iglesia. De este modo, la disposición de los asientos reflejaba las condiciones urbanas. Lo mismo ocurría con el diseño de los bancos. Especialmente bellos eran los bancos reservados a los concejales de la ciudad (1694), en la nave norte, frente al púlpito, y los de los maestros (1691) en la nave sur, detrás del púlpito. La mayoría de los gremios tenía los símbolos de su oficio pintados en el panel del banco, junto con los monogramas de los maestros artesanos.

Algunos gremios tenían sus bancos elaboradamente decorados con tallas, pinturas y elementos ornamentales. El banco de los carpinteros (1736), en la esquina sureste de la nave, da la impresión de ser una muestra de las habilidades del gremio. Se cree que los sastres decoraron su banco (alrededor de 1715), que actualmente se encuentra a ambos lados de la entrada principal, con representaciones alegóricas de las diez virtudes.
Los miembros de un gremio solían sentarse en un banco ordinario. El banco del gremio era cuidado, limpiado, reparado y decorado por los miembros del gremio. Además de las pinturas, tallas o cerraduras ornamentales, los bancos eran decorados con las banderas del gremio, alfombras otomanas, flores y velas.
Las alfombras otomanas
A partir de la segunda mitad del siglo XV, los tejidos otomanos llegaron a Brașov a través del comercio entre las ciudades transilvanas y el Imperio otomano. Fue en Transilvania, durante el período barroco (siglos XVII y XVIII), cuando el uso de textiles otomanos en la vida cotidiana, así como en el entorno de la iglesia, alcanzó su punto máximo.

La Iglesia Negra posee una de las colecciones más grandes de su tipo en el mundo (más de 100). Las alfombras fueron hechas en Anatolia y, dependiendo del diseño, son ejemplos de diferentes tipologías de alfombras.
Las alfombras llegaron a la Iglesia Negra a principios del siglo XVII, como resultado de donaciones de patricios de Brașov o de gremios de la ciudad. En la mayoría de los casos, se colocaban en los bancos personales de los donantes con un propósito funerario, conmemorativo u ornamental. Las alfombras también ayudaban a ilustrar los espacios litúrgicos y las actividades, por ejemplo, eran utilizadas durante las ceremonias funerarias.
🌍 Símbolo cultural y espiritual
La Iglesia Negra no es solo un lugar de culto luterano, sino un símbolo de la identidad sajona de Brașov. Durante siglos fue un espacio de reunión, de celebraciones cívicas y religiosas, y hoy es el monumento más visitado de la ciudad.


🎶 Experiencia para el viajero
Visitarla permite comprender la mezcla de culturas de Transilvania: sajones, húngaros, rumanos y otomanos dejaron huella en este templo. Los conciertos de órgano en verano son una de las mejores formas de vivir su atmósfera única, y su interior sorprende por la fusión entre lo sobrio y lo fastuoso.

🔹 Catedral de Santa María de Sibiu (Rumanía)
- Comparada con la de Sibiu, la Iglesia Negra es más grande y mejor conservada tras el incendio.
- Las dos son templos góticos sajones en Transilvania, pero la de Brașov destaca por sus alfombras otomanas y su gigantesco órgano, únicos en la región.
la Iglesia Negra es la mayor construcción gótica de Europa Oriental, y lo que la hace especial no es tanto la altura o la ornamentación, sino su carácter fronterizo: un templo sajón en plena Transilvania, con influencias alemanas, húngaras, rumanas y hasta otomanas.
Johannes Honterus: el reformador y humanista de Brașov
Caminar por Brașov no es solo recorrer una de las ciudades más bellas de Transilvania, también es adentrarse en la huella de grandes personajes que marcaron su historia. Uno de ellos fue Johannes Honterus, figura clave de la Reforma y del humanismo en el siglo XVI.
Honterus no fue únicamente un pastor y teólogo, sino también un auténtico renovador cultural. En 1542, impulsó en la Iglesia Negra una liturgia evangélica unificada que más tarde serviría de modelo para toda Transilvania. Sus escritos no se quedaban en la teoría: incluían instrucciones muy concretas para oficios religiosos, bautismos, bodas y hasta ceremonias fúnebres. Gracias a él, Brașov se convirtió en un centro neurálgico del protestantismo en la región.
Pero su aportación va mucho más allá de la religión. Como humanista, Honterus entendía el saber como una herramienta práctica y accesible. Fundó en 1541 la primera imprenta de Transilvania, con la que difundió manuales escolares y textos que buscaban educar a los jóvenes en una visión universal del conocimiento. Poco después, estableció un reglamento escolar que hoy se considera el más antiguo del sudeste europeo. En él, materias como latín, griego, historia, geografía o música se combinaban con una sólida formación religiosa.
De este modo, Honterus sentó las bases de una tradición educativa que todavía resuena en Brașov y convirtió a la ciudad en un punto de referencia cultural para toda Transilvania.
Siguiendo nuestro periplo por Braşov, nos dirigimos a la plaza del ayuntamiento.
La Piața Sfatului
La Piața Sfatului es el corazón vibrante de Brașov y uno de los espacios más icónicos de toda Transilvania. Su origen se remonta al siglo XIV, cuando la comunidad sajona que dominaba la ciudad decidió organizar aquí el principal mercado. Desde entonces, fue el punto de encuentro de mercaderes, artesanos y viajeros de toda Europa Central. De hecho, durante la Edad Media se la conocía como la Marktplatz (plaza del mercado).

En el centro se levanta la Casa del Consejo (Casa Sfatului), y la célebre Torre del Trompetista. A su alrededor, la plaza se fue rodeando de elegantes edificios de estilo gótico, barroco y renacentista, con fachadas de colores que aún hoy conservan la huella de los gremios y comerciantes que las habitaron.
La plaza también tiene un pasado sombrío: durante siglos fue escenario de ejecuciones públicas y castigos ejemplares, lo que contrastaba con su papel de lugar de reunión festiva. En tiempos de peste, incluso se utilizaba como espacio de cuarentena y control sanitario.
Hoy, la Piața Sfatului es el epicentro turístico y cultural de Brașov. Sus terrazas y cafés permiten disfrutar del ambiente medieval, mientras que en verano se celebran aquí conciertos y festivales. Desde la plaza, se aprecia la silueta imponente de la Iglesia Negra, recordando que este espacio siempre ha sido el alma de la ciudad, donde la historia sajona, rumana y húngara se entrelaza en un mismo escenario.
Desde aquí también se puede subir al trenecito que te da una pequeña vuelta por el casco histórico. Ideal para ir con niños y que disfruten del viaje.
Casa del Consejo (Casa Sfatului)
Se levantó en 1420, en plena época sajona, sobre lo que entonces era la plaza del mercado. Inicialmente fue solo una torre de vigilancia, pero con el paso del tiempo se amplió hasta convertirse en sede del ayuntamiento. Su arquitectura refleja la sobriedad gótica tardía, con añadidos renacentistas y barrocos en los siglos posteriores.
Durante siglos, desde aquí se dirigieron los asuntos de la ciudad, especialmente en el periodo en que Brașov era un próspero centro comercial de la Liga Hanseática y de la comunidad sajona en Transilvania. El edificio tiene varias salas nobles, decoradas con escudos y frescos, y hoy alberga el Museo de Historia de Brașov, donde se exhiben armas, trajes, documentos medievales y objetos cotidianos que narran la evolución de la ciudad.

Torre del Trompetista
La torre cuadrada que corona la Casa del Consejo mide más de 50 metros y fue, durante siglos, uno de los puntos de vigilancia más importantes de Brașov. Su nombre viene de la tradición medieval en la que un trompetista de guardia debía tocar cada hora, tanto para anunciar el paso del tiempo como para avisar de incendios o ataques enemigos.
La trompeta era, en definitiva, la voz oficial de la ciudad. Los cronistas cuentan que en momentos de crisis, como incendios o asedios, el sonido del trompetista desde esta torre podía decidir la rapidez con que los ciudadanos se organizaban para defender Brașov. Hoy la torre ofrece vistas privilegiadas sobre la plaza y los tejados coloridos del casco antiguo.
La Strada Sforii
La Strada Sforii es uno de los grandes atractivos de la ciudad, famosa por ser considerada la calle más estrecha de Rumanía y una de las más angostas de Europa. Su nombre significa literalmente “Calle del Hilo”, haciendo referencia a lo delgada que resulta: en su parte más estrecha mide apenas 1,10 metros de ancho, y en la más ancha no supera los 1,35 metros, lo que permite el paso de una sola persona a la vez.

La calle fue construida en el siglo XV, no como una vía residencial sino como un pasadizo de servicio para que los bomberos y guardias pudieran desplazarse rápidamente entre dos calles principales de la ciudadela medieval. Con el paso del tiempo, se convirtió en un lugar curioso y hasta romántico: muchos locales cuentan que los enamorados acostumbraban a pasear por aquí tomados de la mano, casi obligados por la estrechez de la calle a estar cerca.
Hoy, la Strada Sforii se ha transformado en un icono turístico. Sus paredes encaladas suelen estar cubiertas de grafitis coloridos, dibujos y mensajes dejados por visitantes de todo el mundo, lo que le da un aire bohemio. Pasear por ella es como atravesar un túnel del tiempo que conecta el Brașov medieval con el actual, y además ofrece una experiencia divertida para quienes buscan fotografías originales del viaje.
Torre Blanca y Torre Negra
Dos torres defensivas que formaban parte de las fortificaciones medievales.
- La Torre Blanca (Turnul Alb) es semicircular y está situada en lo alto de una colina, ofreciendo una de las mejores vistas del casco antiguo.
- La Torre Negra (Turnul Negru), llamada así por un incendio en el siglo XVI que ennegreció sus muros, defendía el acceso occidental. Hoy ambas funcionan como miradores y pequeños museos.

Casa de Hirscher
Construida en 1547 por Apollonia Hirscher, viuda del alcalde de la ciudad, fue un gran mercado cubierto para los gremios de artesanos. Su arquitectura renacentista la convierte en uno de los edificios más elegantes de la ciudad. Hoy se usa como centro cultural y restaurante.
Monte Tâmpa y la señal de Brașov
El Monte Tâmpa, de 960 metros de altura, se alza justo detrás del casco histórico. Coronado por un cartel luminoso con la palabra BRAȘOV al estilo de Hollywood, ofrece una panorámica espectacular sobre la ciudad. Se puede subir en teleférico o caminando, y antiguamente allí también hubo fortificaciones de los Caballeros Teutónicos. Aquí Vlad Tepes empaló a 40 hombres.

La Ciudadela de Brașov (Cetățuia de pe Strajă)
La Ciudadela es uno de los lugares más evocadores de la ciudad, porque aunque hoy está en ruinas parciales y con un destino incierto, durante siglos fue una pieza clave en la defensa de Brașov.
Origen y construcción
La colina de Strajă, situada justo frente al casco histórico, era un punto estratégico para vigilar la ciudad y controlar los accesos. La primera fortificación de madera y tierra se levantó en el siglo XV, pero poco después, a mediados del XVI, los sajones construyeron allí una ciudadela de piedra con torres cuadradas en las esquinas, rodeada por un foso con puente levadizo.

Su función era doble: proteger Brașov de ataques externos (otomanos, tártaros o incursiones de nobles húngaros rebeldes) y, al mismo tiempo, servir como punto de vigilancia para mantener bajo control a la propia población rumana de los suburbios, ya que las tensiones sociales eran frecuentes.
Historia y evolución
- En el siglo XVII la ciudadela fue modernizada con bastiones y murallas en forma de estrella, siguiendo el modelo de fortificaciones renacentistas.
- En el XVIII, durante las guerras austro-turcas, la ciudadela fue ocupada por tropas imperiales y utilizada como guarnición militar.
- En el XIX perdió su función defensiva y se convirtió en prisión y arsenal militar.
- Ya en el siglo XX, llegó a usarse incluso como almacén y restaurante, antes de que cayera en abandono tras el comunismo.
Aunque a día de hoy se encuentra cerrada al público en su interior, la ciudadela sigue siendo un lugar cargado de historia y leyendas, muy presente en el imaginario de los brasovianos, que la ven como un símbolo que debería recuperarse plenamente para la ciudad.
La Catedral de San Nicolás de Brașov
La Catedral de San Nicolás de Brașov (Biserica Sfântul Nicolae) es uno de los tesoros más singulares de la ciudad, porque reúne en un solo edificio siglos de historia, estilos arquitectónicos y la memoria viva de la comunidad rumana de la zona de Șchei.

Origen e historia
La iglesia se levantó con su aspecto gótico en 1495, gracias al apoyo del voivoda Vlad Călugărul, príncipe de Valaquia, y bajo la protección del poder ortodoxo local. En sus inicios fue un templo de estilo gótico, propio de la influencia sajona que dominaba Brașov en esa época. Sin embargo, con el paso de los siglos, fue transformándose hasta convertirse en un monumento de estilo barroco-ortodoxo, con elementos bizantinos y renacentistas, que le dan ese aspecto tan pintoresco y diferente de las demás iglesias de la ciudad.
La catedral no solo fue un centro religioso, sino también cultural: aquí se enseñaba rumano en tiempos en los que la lengua estaba marginada frente al alemán o al húngaro. Junto a la iglesia se fundó la Primera Escuela Rumana (Prima Școală Românească), un lugar emblemático donde se imprimieron algunos de los primeros libros en lengua rumana.
La catedral impresiona con su torre central alta y esbelta, flanqueada por cuatro torrecillas menores en las esquinas, que recuerdan a las iglesias fortificadas de Transilvania. Su mezcla de estilos hace que al mirarla veas influencias de diferentes épocas:
- Gótico en los muros iniciales.
- Barroco en las ampliaciones del siglo XVIII.
- Ortodoxo-bizantino en las pinturas murales interiores.
El interior está ricamente decorado con frescos de Mișu Popp y Arsenie, destacados pintores rumanos del siglo XIX, que cubren paredes y bóvedas con escenas bíblicas de colores vibrantes.
Parcul Central Nicolae Titulescu
El Parcul Central Nicolae Titulescu es el pulmón verde de Brașov y uno de los lugares más agradables para hacer una pausa en la visita a la ciudad. Situado muy cerca del centro histórico, este parque combina senderos arbolados, parterres de flores siempre cuidados y bancos donde descansar con vistas a las montañas que rodean la ciudad. Su ambiente tranquilo lo convierte en un punto de encuentro tanto para locales como para viajeros: aquí se pasea, se leen libros a la sombra de los árboles centenarios y se celebran eventos culturales al aire libre. Además, el parque está adornado con esculturas y bustos de personalidades rumanas, lo que le da un toque histórico en medio de la naturaleza. Es una opción perfecta para relajarse después de recorrer las calles medievales de Brașov. Aquí también se encuentra el Monumento a las Víctimas de la Revolución de 1989.

Un poco de gastronomía local rumana
Tras recorrer la ciudad y empaparnos de su historia, llegó el momento de decidir dónde cenar. Dudamos entre tres lugares muy recomendados: Sub Tâmpa, un restaurante al pie del monte con vistas espectaculares; Sergiana, célebre por su ambiente tradicional sajón y su carta generosa; y finalmente La Ceaun, un acogedor local en pleno corazón de Brașov que nos conquistó con su ambiente auténtico y platos típicos de la cocina rumana.
La elección no pudo ser mejor. En La Ceaun probamos algunos de los grandes clásicos del país: los sarmale (rollos de col rellenos) servidos con polenta cremosa, el contundente ciolan afumat cu varză călită (codillo ahumado con col caramelizada) y la inseparable mămăligă, símbolo de la mesa campesina. No faltaron las ciorbă, esas sopas ácidas y reconfortantes que cambian según la receta local, ni la zacuscă, una deliciosa pasta de verduras asadas. Todo ello acompañado por vinos de la región, intensos y con carácter, que armonizaban a la perfección con la comida. Y como broche dulce, los inevitables papanasi, esponjosos buñuelos servidos con crema y mermelada, que se han convertido en el postre estrella de nuestro viaje.







A continuación Castillo de Drácula: visita al castillo de Bran, en Transilvania.