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Dos días en Bakú: los 10 imprescindibles de la capital de Azerbaiyán

Cuando uno piensa en una escapada de fin de semana, es probable que le vengan a la mente ciudades como París, Roma o Lisboa. Sin embargo, hay destinos menos conocidos que sorprenden por su mezcla de modernidad, historia y autenticidad. Ese fue exactamente el caso cuando decidimos hacer una escapada de fin de semana a Bakú, la capital de Azerbaiyán.

Centro Cultural Heydar Aliyev

Con sus rascacielos futuristas frente al mar Caspio y su casco histórico amurallado, Bakú es una ciudad que combina lo mejor de Oriente y Occidente, tradición y vanguardia. A continuación, te cuento cómo aprovechar dos días intensos en esta joya del Cáucaso.

Quizá una escapada desde Europa occidental podría parecer lejos, por lo que aprovecharía un viaje más largo por la zona para dar el salto a la capital de Azerbaiyán. Eso es lo que justamente hicimos en nuestro viaje por el Cáucaso, dando un pequeño salto desde Tiflis.

Por qué elegir bakú para una escapada corta

La primera pregunta es evidente: ¿por qué Bakú?

  • Conexiones aéreas: Cada vez hay más vuelos desde Europa y Oriente Medio. Desde Estambul o Dubái se llega en apenas dos o tres horas, lo que lo convierte en un destino accesible.
  • Ciudad sorprendente: Bakú no es una capital más. Tiene un skyline moderno con las famosas Flame Towers, pero también un casco antiguo Patrimonio de la Humanidad.
  • Precios razonables: comparado con otras capitales, el alojamiento, la comida y las entradas a monumentos resultan bastante asequibles.
  • Contraste cultural: su historia ha estado marcada por persas, turcos, rusos y soviéticos, y todo ello se refleja en su arquitectura, gastronomía y vida cotidiana.

Bakú: historia de una ciudad nacida del fuego

Paseando por Bakú es fácil olvidar que bajo sus calles arde un corazón antiguo. Mucho antes de que los rascacielos de cristal y las avenidas soviéticas dibujaran su perfil moderno, esta ciudad ya era un lugar de paso, de comercio y de energía.

Los primeros registros de Bakú se remontan a la Edad Media, cuando formaba parte del reino de los Shirvanshah. Su posición estratégica junto al mar Caspio la convirtió en un puerto esencial de la Ruta de la Seda, por donde pasaban caravanas cargadas de especias, seda, alfombras y piedras preciosas. Los comerciantes encontraban aquí un punto de descanso protegido por murallas y torres, de las cuales la más célebre es la Torre de la Doncella.

Una ciudad que en la actualidad es muy moderna

Con el tiempo, Bakú cayó bajo dominio persa, luego otomano y más tarde ruso. En el siglo XIX vivió su gran transformación: se descubrió petróleo en cantidades masivas en sus alrededores. De pronto, Bakú pasó de ser una ciudad amurallada a convertirse en una capital petrolera mundial. Llegaron ingenieros, empresarios europeos y aventureros de todas partes, atraídos por la riqueza que manaba del subsuelo. Las chimeneas, las refinerías y las mansiones de los magnates del petróleo marcaron para siempre el carácter de la ciudad.

Flame Towers

Tras la etapa soviética, Bakú se consolidó como la capital de la independiente República de Azerbaiyán en 1991. Hoy es una metrópolis vibrante, que combina la memoria de su casco histórico con la ambición de sus rascacielos.

¿Por qué se le llama la “tierra del fuego”?

El sobrenombre de Azerbaiyán y su capital, la tierra del fuego, tiene raíces muy profundas:

  • Fenómeno natural: En la península de Absheron, donde se asienta Bakú, el gas natural aflora a la superficie y prende en contacto con el aire. Desde hace siglos, viajeros relataban montañas que ardían de manera continua, como el célebre Yanardag, la “montaña de fuego” que todavía hoy se puede visitar. De hecho, pongo en relación este fenómeno con otro muy famoso que se da en Turkmenistán, el pozo de Darvazá o puerta al infierno, muy relacionado con escapes de gas natural y que lleva ardiendo décadas.
  • Zoroastrismo: En la antigüedad, esta región fue uno de los grandes centros del zoroastrismo, una de las religiones más antiguas del mundo, que veneraba al fuego como símbolo de pureza. El Templo del Fuego de Atashgah, a las afueras de Bakú, es testimonio de esta tradición.
  • Identidad nacional: A lo largo de los siglos, el fuego ha sido visto como fuerza protectora, mística y vital. Hoy en día, las Flame Towers son la reinterpretación moderna de esa identidad: llamas eternas que iluminan el cielo de la ciudad.

Qué visitar en bakú en 2 días o en un fin de semana lago

Si viajas un fin de semana, lo ideal es dividir la visita entre el casco histórico y la ciudad moderna, sin olvidar un paseo por el mar Caspio.

Lo primero es elegir bien el lugar de alojamiento. Bakú no es una ciudad grande, y salvo dos o tres puntos, los hitos más importantes de la ciudad están en o alrededor de la ciudad vieja de Bakú, por tanto, es el lugar ideal para alojarse. Nosotros nos quedamos en el económico y juvenil Sahil Hostel & Hotel. Si hubiera estado acompañado por una pareja, la elección hubiera sido distinta, pero como dice un buen compañero de viaje, “si el lugar está limpio y hay sábanas, no necesito nada más”. Y efectivamente, no necesitamos nada más para ese vibrante fin de semana.

La ciudad amurallada de Bakú: un viaje dentro del viaje

Entrar en Icherisheher, la ciudad amurallada de Bakú, es como atravesar una frontera invisible entre el presente y el pasado. El ruido del tráfico moderno queda atrás y, de pronto, los pasos resuenan sobre calles empedradas que han visto pasar caravanas, comerciantes y guerreros desde hace más de mil años.

Maqueta de la ciudad amurallada

Las murallas, todavía imponentes, rodean este corazón histórico que la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad. Construidas y reforzadas en diferentes épocas, han resistido invasiones persas, rusas y otomanas, y aún conservan puertas monumentales como la Puerta de Gosha Gala, que da la bienvenida al viajero con su arco robusto y gastado por el tiempo.

Gosha Gala

Dentro, el ritmo es otro. Las callejuelas serpentean entre casas de piedra con balcones de madera labrada. De vez en cuando, se abre una pequeña plaza con fuentes o antiguos caravasares reconvertidos en cafés y tiendas. Es fácil perderse, y de hecho, lo mejor es hacerlo: cada esquina guarda un detalle, una inscripción, una puerta antigua que parece llevarte siglos atrás.

En este recinto amurallado conviven los dos grandes símbolos de la ciudad: la Torre de la Doncella y el Palacio de los Shirvanshah, que coronan la importancia histórica de Bakú como centro de poder y cultura. Pero más allá de los monumentos, lo que enamora de Icherisheher es la vida cotidiana que sigue latiendo: artesanos tejiendo alfombras, ancianos jugando al ajedrez a la sombra, niños que corren por las callejuelas como si el tiempo nunca hubiera avanzado.

Y desde lo alto de las murallas, la vista es inolvidable: por un lado, el mar Caspio extendiéndose hasta donde alcanza la vista; por el otro, el skyline moderno con las Flame Towers brillando en contraste.

La leyenda de la Torre de la Doncella

En pleno corazón del casco antiguo de Bakú, rodeada de murallas y callejuelas de piedra, se alza la Torre de la Doncella (Qız Qalası). Es uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad, pero también uno de los más enigmáticos, porque nadie sabe con certeza cuándo se construyó ni con qué propósito exacto. Algunos dicen que fue un observatorio astronómico, otros que era una fortaleza defensiva, y hay quienes la consideran un templo de culto al fuego.

Lo que sí ha perdurado hasta hoy es su leyenda.

Cuentan que, en tiempos de los Shirvanshah, el rey quiso obligar a su hija a casarse con un poderoso guerrero. Ella, desesperada, suplicó a su padre que construyera una torre junto al mar y que esperara a terminarla antes de la boda. El rey accedió, sin sospechar sus intenciones.

Cuando la torre estuvo lista, la princesa subió hasta lo más alto. Desde allí contempló por última vez la ciudad, el mar Caspio extendiéndose como un horizonte infinito, y sin dudarlo se lanzó al vacío. Prefirió la muerte antes que perder su libertad.

La Torre de la Doncella

Desde entonces, la torre fue conocida como la Torre de la Doncella, y se convirtió en un símbolo de resistencia, de valentía y de la eterna tensión entre destino y libertad.

Hoy, al subir sus escaleras en espiral y asomarse a la terraza, uno no solo disfruta de las mejores vistas del casco antiguo y el mar Caspio: también se siente parte de una historia que mezcla mito y realidad.

La torre mide aproximadamente 29,5 metros de altura y sus muros tienen un grosor de hasta 5 metros en la base, que se va reduciendo hacia la parte superior. La ascensión a la cima no se hace pesada pero la torre no guarda gran interés en su interior.

El Palacio de los Shirvanshah: la joya medieval de Bakú

En medio de las murallas de Icherisheher, la ciudad vieja de Bakú, se esconde un lugar que parece sacado de otro tiempo: el Palacio de los Shirvanshah. Llegar hasta él es recorrer un laberinto de callejuelas estrechas, con fachadas de piedra dorada que guardan siglos de historia. Y de pronto, entre giros y puertas bajas, aparece este complejo monumental, silencioso y majestuoso, como si estuviera esperando pacientemente a los viajeros.

Palacio de los Shirvanshah y las Flame Towers al fondo

Construido en el siglo XV, fue la residencia de la dinastía Shirvanshah, gobernantes de la región de Shirván, que convirtieron a Bakú en su capital en pleno auge medieval. El conjunto palaciego no es un único edificio, sino una pequeña ciudad dentro de la ciudad: incluye la residencia real, una mezquita con su elegante minarete, un mausoleo familiar, un baño público (hamam) y hasta un caravanserai donde se alojaban comerciantes y visitantes.

El palacio está lleno de detalles que revelan la riqueza cultural de la época: inscripciones caligráficas, arcos decorados y juegos de luz que se filtran por ventanas geométricas. Desde las terrazas se abre una vista preciosa hacia la ciudad vieja y, al fondo, el mar Caspio. Esa mezcla de horizonte marino y piedra milenaria es uno de los momentos más mágicos de la visita.

Un muy interesante palacio

Reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el Palacio de los Shirvanshah es, junto con la Torre de la Doncella, el corazón histórico de Bakú. Visitarlo no es solo ver un monumento, sino entrar en contacto con la memoria de una dinastía que supo transformar una ciudad portuaria en un centro de poder y cultura.

El parque Nizami y el Museo Nacional de Literatura

Muy cerca de allí, una escalinata se abría ante nosotros como una alfombra de piedra bajo la sombra de los plátanos. Subimos despacio, rodeados de familias paseando y parejas que buscaban refugio en la calma de la arboleda. Al llegar a lo alto, la silueta imponente del monumento a Nizami Ganjavi dominaba el parque. La estatua, erguida y solemne, parecía custodiar no solo el lugar, sino también la memoria de uno de los grandes genios de la poesía persa y azerbaiyana.

Escalinata y monumento a Nizami Ganjavi

Estar allí era casi como encontrarse con un viejo sabio. Nizami fue el autor de epopeyas que marcaron el imaginario del Cáucaso, como Leyli y Majnun o Khosrow y Shirin. Frente a su figura, entendí por qué en Azerbaiyán se le venera como un símbolo cultural, un puente entre Oriente y Occidente, entre lo popular y lo erudito.

Pocos pasos más adelante, la fachada del Museo Nacional de Literatura Nizami Ganjavi nos atrapó con su esplendor. Los arcos decorados con azulejos azules parecían enmarcar las estatuas de mármol de otros escritores y filósofos, como si el propio museo fuese un palacio dedicado a las letras.

La ilustrada fachada del Museo Nacional de Literatura

Paseo marítimo por el Caspio en el Baku Boulevard

Después de explorar el casco antiguo, lo ideal es salir hacia el mar. El Baku Boulevard, o Bulvar Nacional, es un paseo marítimo de varios kilómetros bordeando la costa del Caspio. Aquí se respira modernidad: parques cuidados, cafés al aire libre, el centro comercial Park Bulvar y una noria que recuerda a la de Londres.

Baku Bulevard y las Flame Towers desde la noria

Al atardecer, las vistas son espectaculares con las Flame Towers iluminándose en diferentes colores.

En pleno Bulevar Nacional, frente al mar Caspio, se levanta la noria de Bakú, conocida por los locales como el Baku Eye. Con sus 60 metros de altura, puede parecer modesta comparada con otras norias del mundo, pero su encanto reside en el lugar donde está: al subir, la ciudad se abre en todas direcciones, ofreciendo una panorámica única donde conviven el casco antiguo, las Flame Towers brillando en la colina y la inmensidad tranquila del mar que se extiende hasta perderse en el horizonte.

La noria de Bakú

El recorrido dura unos 30 minutos, tiempo suficiente para relajarse en una de sus cabinas cerradas del ajetreo del día y contemplar cómo la luz cambia sobre Bakú. De día, el sol se refleja en las fachadas de cristal; de noche, la ciudad se ilumina con tonos dorados, y la noria misma se convierte en un espectáculo de luces.

Las cabinas de la noria

Caminando por el bulevar, nos encontramos con el Museo Nacional de la Alfombra. Otra parada importante. El edificio tiene forma de alfombra enrollada y dentro se encuentran auténticas joyas textiles, testimonio de una tradición milenaria. Desafortunadamente, no tuvimos tiempo y oportunidad de entrar.

Flame towers: el fuego que ilumina Bakú

Llegar a Bakú y no mirar hacia arriba es imposible. Cuando aterrizamos y el taxi nos dejó en el hostal desde el aeropuerto, lo primero que me llamó la atención fueron tres gigantes de cristal azul que parecían encenderse con la última luz del día. Eran las Flame Towers, el emblema moderno de la capital.

Después de nuestra visita al casco antiguo y al bulevar, subimos caminando desde dicho Bulevar Nacional, dejando atrás el murmullo del mar Caspio. La pendiente era suave, pero cada paso nos regalaba una perspectiva distinta: las torres se alzaban como lenguas de fuego en movimiento, recordando que Azerbaiyán es la “tierra del fuego”, un país donde la energía brota del suelo y el fuego ha sido sagrado desde tiempos zoroastrianos.

Las Flame Towers con la bandera de Azerbaiyán

Al acercarnos, la sensación fue casi hipnótica. El vidrio espejado reflejaba la ciudad entera: el contraste del casco antiguo amurallado con la modernidad de sus avenidas anchas. Y cuando cayó la noche, comenzó la verdadera magia: miles de luces LED transformaron las torres en hogueras gigantes que ardían contra el cielo oscuro. Luego, casi sin darnos cuenta, las llamas se convirtieron en la bandera de Azerbaiyán ondeando en el aire.

Flame Towers
Suelen constantemente cambiar de color

Dentro, cada torre tiene su propia vida. Una guarda el Fairmont Baku Hotel, con un skybar desde el que la ciudad parece extenderse infinita bajo tus pies. Otra está dedicada a oficinas, y la tercera a apartamentos privados, lo que nos recuerda que estas torres no son solo un espectáculo visual, sino un espacio vivo de la Bakú contemporánea. La torre más alta llega a medir 182 metros, lo que las convierte en los edificios más altos de Azerbaiyán.

Nos quedamos un buen rato en el parque cercano a Martyrs’ Lane (o el Callejón de los Mártires), desde donde las vistas son inolvidables. Allí, junto a la calma solemne del lugar, la ciudad se iluminaba poco a poco, y las Flame Towers parecían marcar el pulso nocturno de Bakú. Fue uno de esos momentos en los que entiendes de verdad cómo una ciudad se reinventa y busca su lugar en el mundo.

El Callejón de los Mártires: memoria en lo alto de la ciudad

Desde el parque, y después de deleitarnos con las vistas de Bakú, pasamos a recorrer el Callejón de los Mártires (Şəhidlər Xiyabanı), un largo paseo flanqueado por cipreses y lápidas negras de mármol.

Callejón de los mártires

Allí descansan los caídos durante la tragedia de Enero Negro de 1990, cuando las tropas soviéticas entraron en la ciudad y asesinaron a 147 civiles e hirieron a otros 744 civiles. También reposan combatientes de la guerra de Nagorno-Karabaj. Cada tumba tiene incrustado un retrato, y caminar entre ellas es como mirar de frente a la historia reciente de Azerbaiyán.

Cada año, el 20 de enero, miles de azerbaiyanos suben hasta la colina para rendir homenaje a los caídos con flores, velas y claveles rojos.

El monumento Shahidlar: la llama de la memoria

Al final del callejón se alza el monumento Shahidlar, una construcción de piedra dorada con una llama eterna en su interior. La forma recuerda a una torre octogonal, sencilla pero imponente, abierta en sus laterales para que el fuego sea visible desde cualquier ángulo.

Monumento Shahidlar

Esa llama, alimentada por el gas natural de Azerbaiyán, nunca se apaga y simboliza el sacrificio de quienes dieron la vida por la independencia del país. De fondo, el mar Caspio y la ciudad moderna se despliegan bajo la colina, como si el presente y el futuro se inclinaran en respeto ante la llama de los caídos.

El Centro Cultural Heydar Aliyev: la ola blanca de Bakú

Si las Flame Towers son el fuego que ilumina la noche de Bakú, el Centro Cultural Heydar Aliyev es la ola blanca que fluye durante el día. Desde el primer vistazo, el edificio parece desafiar la lógica: no hay esquinas, ni líneas rectas, ni cortes bruscos. Solo curvas que se elevan, caen y vuelven a elevarse, como si fueran una tela ondulando al viento o una ola que ha quedado congelada en el tiempo.

Centro Cultural Heydar Aliyev
Un edificio sin esquinas

Diseñado por la legendaria arquitecta Zaha Hadid, el centro cultural se inauguró en 2012 y desde entonces se ha convertido en uno de los grandes iconos arquitectónicos de la ciudad. Su estructura futurista contrasta con todo lo que le rodea, y al mismo tiempo parece fluir de manera natural con el paisaje urbano. De hecho, una de las sensaciones al contemplarlo es que no sabes dónde acaba el suelo y dónde comienza el edificio: todo está unido en un mismo movimiento.

Entrar al interior es sumergirse en un espacio aún más sorprendente. Techos altísimos, pasillos que parecen no tener fin y salas blancas en las que la luz se desliza suavemente, como si el edificio mismo respirara. Allí dentro se celebran exposiciones de arte contemporáneo, conciertos, congresos y muestras sobre la historia y la cultura de Azerbaiyán.

En los alrededores, un inmenso parque verde abraza al edificio. Es un lugar perfecto para descansar, tomar fotografías y admirar el contraste de la ola blanca con el cielo azul. Muchos viajeros recomiendan visitarlo al atardecer, cuando la luz cambia de dorada a rosada y el centro parece teñirse de colores suaves.

Muy cerca del Centro Cultural Heydar Aliyev podemos observar letras gigantes haciendo la palabra Bakú. Es un lugar ideal para inmortalizar tu estancia en Bakú con una foto y donde sale el Centro Cultural justamente detrás.

Letras Bakú en el Centro Cultural Heydar Aliyev

El Mar Caspio: entre la calma y la inmensidad

El mar Caspio nos acompañó desde el primer momento en Bakú, siempre presente en el horizonte, como un telón de fondo que parecía no tener fin. Decir “mar” es casi engañoso, porque en realidad se trata del lago más grande del mundo, una extensión de agua salada tan vasta que, cuando estás frente a ella, tienes la sensación de estar mirando a un océano.

Bañarse en el Mar Caspio es toda una experiencia

Una tarde decidimos acercarnos a una de las playas a las afueras de la ciudad, en particular, a la tranquila y bien valorada Shikh Beach. El trayecto en taxi fue breve, y poco a poco la modernidad de Bakú quedó atrás para dar paso a la línea infinita de arena y agua. El aire olía a sal y petróleo, una mezcla extraña pero inconfundible en esta tierra donde la energía brota del subsuelo. De hecho, se observa desde la playa varias plataformas petrolíferas trabajando día y noche.

Metimos los pies primero, con cierta duda. El agua era más cálida de lo esperado, tranquila y de un azul grisáceo que reflejaba la luz del sol como un espejo. Dimos unos pasos más, y al poco ya estábamos nadando. Flotar en el Caspio tiene algo hipnótico: no hay olas que te empujen, ni mareas que te arrastren; solo una calma inmensa que te rodea y te invita a perder la noción del tiempo.

Impresionan la cantidad de plataformas petrolíferas

Salimos del agua con esa sensación única que deja un baño inesperado: piel salada, mente despejada y la certeza de haber tocado algo más que un mar. Quizá lo que más sorprende es su mezcla de mar y lago. Es un enclave cerrado pero lo suficientemente grande para ser salado. Sin embargo, su salinidad es muchísimo menor que cualquier otro mar en el mundo.

Abordemos con datos la situación y consideraciones geográficas del Mar Caspio.

Geográficamente se le considera el lago más grande del mundo, porque está rodeado completamente de tierra y no tiene salida natural al océano. Su superficie es de unos 371.000 km², mucho mayor que la de cualquier otro lago del planeta.

Cultural e históricamente, sin embargo, se le llama mar desde la Antigüedad, porque:

  • Tiene agua salada, aunque menos que los océanos.
  • Su inmensidad hace que, al mirarlo, realmente parezca un mar.
  • Ha sido escenario de rutas marítimas, con puertos, barcos y comercio como en cualquier mar real.

A nivel político, la discusión ha sido importante: ¿es mar o lago?

  • Si se considera lago, entonces los países ribereños (Rusia, Irán, Azerbaiyán, Kazajistán y Turkmenistán) deben repartirse sus recursos —como el petróleo y el gas del fondo— de forma equitativa.
  • Si se considera mar, se aplican las reglas internacionales de aguas marítimas, con zonas económicas exclusivas para cada país.
  • Este debate no se resolvió hasta 2018, cuando se firmó la Convención del Mar Caspio en Aktau, que lo definió como un espacio con un “estatus especial”: ni lago ni mar, sino una categoría única con normas propias.

Extra: Ateshgah: el templo del fuego eterno

A unos 30 minutos de Bakú, en la península de Absheron, se levanta un lugar cargado de misticismo: el Ateshgah, conocido como el Templo del Fuego. Desde fuera parece una fortaleza sencilla, con muros de piedra y una entrada modesta. Pero al cruzar la puerta, el aire cambia. El silencio es denso, casi espiritual, y lo primero que llama la atención es el pequeño altar central, de donde brota una llama viva.

Ateshgah

El Ateshgah tiene raíces antiquísimas. Durante siglos, aquí ardían de forma natural las llamas producidas por el gas que emergía del subsuelo, lo que convirtió el sitio en un lugar sagrado. Para los zoroastrianos, el fuego era el símbolo de la pureza y de la vida, y peregrinos de India, Irán y Asia Central viajaban hasta este rincón de Azerbaiyán para rendir culto a la llama eterna.

El complejo que hoy vemos fue construido en el siglo XVII por comerciantes hindúes que pasaban por la Ruta de la Seda. Sus celdas de piedra servían como albergue para peregrinos y sacerdotes, y aún se conservan inscripciones en sánscrito y en persa en las paredes.

La llama original, alimentada por filtraciones naturales de gas, se extinguió en el siglo XIX debido a la explotación petrolera de la zona. Sin embargo, el fuego que arde hoy en el templo sigue viniendo del subsuelo azerí: está conectado al gas natural que todavía brota de la tierra en este país llamado la tierra del fuego.

Bakú, una ciudad que pisa el acelerador hacia el futuro

Durante siglos, Bakú fue conocida por su petróleo, sus murallas medievales y su mezcla de culturas. Pero en las últimas dos décadas, la capital azerbaiyana ha decidido dar un paso más: convertirse en una ciudad global y moderna, capaz de atraer tanto a turistas como a inversores y a grandes eventos internacionales.

El parque futurista del Centro Cultural Heydar Aliyev

Algunos ejemplos lo ilustran mejor que cualquier discurso:

  • Gran Premio de Fórmula 1 de Bakú (desde 2016)
    La llegada de la Fórmula 1 a Azerbaiyán fue un golpe sobre la mesa. El circuito urbano de Bakú recorre las avenidas modernas junto al Caspio y se adentra en el casco antiguo, ofreciendo un escenario espectacular que combina murallas medievales y rascacielos futuristas. Desde entonces, el GP de Bakú se ha consolidado como una de las pruebas más emocionantes del calendario, y ha colocado el nombre de la ciudad en millones de pantallas alrededor del mundo.
  • Eurovisión 2012
    Bakú fue sede del famoso festival europeo tras la victoria de Azerbaiyán en 2011. Para ello se construyó el Baku Crystal Hall, un recinto futurista junto al mar con capacidad para más de 20.000 personas. El evento sirvió para mostrar al continente una imagen renovada de la ciudad.
  • Eventos deportivos internacionales
    La capital ha acogido también los Juegos Europeos de 2015, competiciones de fútbol de la Eurocopa 2020 y torneos de judo, gimnasia y lucha. Todo esto ha ido acompañado de la modernización de estadios y la construcción de nuevas instalaciones deportivas.
  • Arquitectura contemporánea
    Obras como el Centro Cultural Heydar Aliyev o las Flame Towers no solo embellecen la ciudad: son símbolos de un Bakú que quiere dialogar con las grandes capitales del mundo en el lenguaje de la arquitectura de vanguardia.
  • Turismo en expansión
    Con nuevas conexiones aéreas, visado electrónico y campañas de promoción internacional, Bakú se ha convertido en un destino cada vez más popular entre viajeros europeos, turcos, rusos y de Oriente Medio. El auge de hoteles de lujo, junto con una oferta cultural y gastronómica renovada, refuerza su posición.

En definitiva, Bakú ya no es solo un puerto histórico del Caspio ni una capital petrolera: es una ciudad emergente que se ha propuesto estar en el mapa global, acelerando a toda velocidad… y nunca mejor dicho, gracias al rugido de los monoplazas de la Fórmula 1 por sus calles.

Experiencias gastronómicas en bakú

Una de las sorpresas más agradables de la escapada fue la gastronomía azerbaiyana.

  • Platos típicos: no puedes dejar de probar el plov (arroz con carne y especias), las dolma (hojas de parra rellenas), los kebabs y el lavash (pan tradicional).
  • Dulces y té: la repostería oriental es exquisita, con baklavas y pasteles de nueces acompañados siempre de té negro servido en vasos en forma de pera.
  • Restaurantes recomendados:
    • Şirvanshah Muzey Restoran: situado en un antiguo caravanserai, perfecto para una cena con música tradicional.
    • Firuze: muy céntrico, ideal para probar platos locales en un ambiente acogedor.

Cómo moverse en bakú

La ciudad cuenta con un metro moderno y económico, aunque para moverse rápido lo más práctico suelen ser los taxis (usando aplicaciones como Bolt o Uber).

La noria de Bakú

Si tienes más tiempo, merece la pena hacer una excursión de medio día a:

  • Gobustán, famoso por sus petroglifos de miles de años y los volcanes de lodo.
  • Atashgah, el templo del fuego zoroastriano del que ya hemos hablado, donde se conserva la tradición ancestral ligada al gas natural que brota del subsuelo.

Consejos prácticos para tu viaje

  • Mejor época: primavera (abril-mayo) y otoño (septiembre-octubre), cuando el clima es más suave. Nosotros fuimos en septiembre y el clima fue agradable.
  • Moneda: el manat azerí (AZN). Se puede pagar con tarjeta en casi todos los sitios, pero conviene llevar algo de efectivo. Es curioso que el billete manat se parezca tanto a los billetes de euros.
  • Idioma: el azerí es oficial, aunque el ruso está muy presente. En hoteles y restaurantes turísticos, hablan inglés básico.
  • Seguridad: Bakú es una ciudad segura y tranquila para los viajeros.
  • Cultura local: es recomendable vestir con cierta discreción en lugares religiosos y mostrar respeto a las tradiciones.
Manat Azerí
Monedas del Cáucaso

Preguntas frecuentes sobre bakú

¿Se necesita visado para viajar a Bakú?
Sí, los ciudadanos españoles y de la UE necesitan un visado electrónico (e-visa), que se tramita online de forma sencilla antes del viaje.

¿Cuánto cuesta un fin de semana en Bakú?
Un presupuesto medio puede rondar los 250-350 € por persona (vuelos aparte), incluyendo hotel, comidas y entradas a monumentos.

¿Cuántos días son suficientes para conocer Bakú?
Un fin de semana es perfecto para lo esencial, aunque con 3-4 días podrás añadir excursiones a Gobustán y al Templo del Fuego.

¿Es Bakú una ciudad cara?
Comparado con Europa occidental, resulta más económica. El transporte, la comida y los museos tienen precios muy asequibles.

¿Cuál es la mejor zona para alojarse?
Si buscas historia y ambiente local: el casco antiguo. Si prefieres comodidad y vistas modernas: el centro o las Flame Towers. Nosotros nos quedamos cerca del casco antiguo y a partir de ahí tienes acceso cómodo a cualquier lugar de la capital azerí.

Conclusión: una escapada diferente y sorprendente

Nuestra escapada de fin de semana a Bakú fue todo un descubrimiento. En apenas dos días logramos recorrer un casco histórico fascinante, admirar una arquitectura futurista única, pasear junto al mar Caspio y saborear una gastronomía rica y variada.

La costera Bakú

Bakú es un destino perfecto para quienes buscan algo distinto, una mezcla de Oriente y Occidente en una ciudad vibrante y hospitalaria. Si quieres vivir una experiencia que sorprenda de verdad, merece la pena darle una oportunidad a esta joya del Cáucaso.