Continuación de Sighișoara: la joya medieval de Transilvania (día 5).
Las iglesias fortificadas de Transilvania
En el corazón de Transilvania, entre colinas verdes y pueblos sajones centenarios, se alza una de las joyas arquitectónicas más singulares de Europa: las iglesias fortificadas. Construidas entre los siglos XIII y XVI por los colonos sajones, estos templos combinaban funciones religiosas, defensivas y comunitarias, ofreciendo refugio en tiempos de invasión y siendo el epicentro de la vida social en tiempos de paz. Si bien, las iglesias-ciudadelas de Transilvania no son únicas en el mundo, su valor consiste en la originalidad de sus sistemas de defensa, en que son muy numerosas y no hay dos iguales.


Orígenes y contexto histórico de las iglesias fortificadas
Los sajones llegaron a Transilvania en el siglo XII por invitación del rey húngaro, con la misión de repoblar y defender las fronteras del sureste del reino. Su papel estratégico se hizo vital tras las invasiones tártaras de 1241-1242, que devastaron la región y evidenciaron la necesidad de sistemas de defensa permanentes.
En las zonas rurales, donde levantar una ciudad amurallada era inviable, la solución fue reforzar el edificio más sólido y central del pueblo: la iglesia. Así nació un modelo único en Europa, en el que el templo se rodeaba de murallas altas, torres de vigilancia, almacenes de víveres y refugios para la población y el ganado.
Arquitectura y funciones
Cada iglesia fortificada era un pequeño bastión autosuficiente. Las murallas, a menudo dobles o triples, podían medir varios metros de grosor e incluían torres defensivas, aspilleras para arqueros y matacanes desde donde se vertía aceite o agua hirviendo. Algunas torres estaban asociadas a gremios —como zapateros, herreros o caldereros— que se encargaban de su mantenimiento.
En el interior se encontraban:
- Almacenes de grano y productos esenciales para resistir asedios.
- Pozos para garantizar el suministro de agua.
- Viviendas provisionales y establos para el ganado.
- Salas comunitarias donde la vida seguía durante semanas de encierro.
El templo, mientras tanto, continuaba cumpliendo su función religiosa, lo que daba a estos recintos un valor simbólico adicional: eran refugio físico y espiritual.
Una red defensiva sin igual
En su momento de máximo esplendor, existieron más de 300 iglesias fortificadas en Transilvania, formando una red defensiva que cubría casi todas las aldeas sajona. Hoy, se conservan en buen estado unas 150, y solo unas pocas han sido reconocidas por la UNESCO, como Biertan, Prejmer, Saschiz, Valea Viilor y Viscri.
Estas iglesias no solo resistieron ataques turcos y conflictos locales, sino que también se adaptaron a la vida cotidiana de sus comunidades. Con el paso de los siglos, fueron incorporando elementos arquitectónicos góticos, renacentistas y barrocos.
Declive y revitalización
El declive comenzó en el siglo XX, cuando gran parte de la población sajona emigró, especialmente durante y después de la Segunda Guerra Mundial y el régimen comunista. Muchas iglesias quedaron abandonadas, deteriorándose rápidamente por el poco apego del pueblo no sajón que residía en Transilvania.
Sin embargo, en las últimas décadas, proyectos de restauración —como los impulsados por la Mihai Eminescu Trust (www.mihaieminescutrust.org)— han devuelto la vida a varias de ellas, integrándolas en rutas turísticas y fomentando la economía local.
Hoy, visitar una iglesia fortificada de Transilvania es recorrer siglos de historia condensados en piedra: un lugar donde la fe, la estrategia militar y la identidad cultural sajona se entrelazan en un patrimonio único en el mundo.
Y si nos preguntamos si Sighișoara era una iglesia fortaleza ya que sobre el papel incluía mucho de los factores que llevan a darle esa denominación, realmente Sighișoara no es una iglesia fortaleza. Es en realidad, una ciudadela medieval completa, habitada de forma continua desde su fundación por los sajones en el siglo XII,

De Sighișoara a Brașov: un viaje por la historia fortificada de Transilvania
Tras dejar atrás las torres medievales y callejuelas empedradas de Sighișoara, la carretera nos lleva por un paisaje de colinas suaves, praderas infinitas y aldeas donde el tiempo parece haberse detenido. En el corazón de Transilvania, la ruta se convierte en un auténtico viaje al pasado, jalonado por las iglesias fortificadas comentadas.
Apold – Una joya poco visitada
Apold es uno de esos pueblos que sorprende precisamente por su discreción. Lejos de las rutas más turísticas, su iglesia fortificada se alza en lo alto de un promontorio, rodeada de muros concéntricos y torres defensivas.

El edificio, con orígenes en el siglo XIII, combina elementos románicos y góticos, fruto de ampliaciones posteriores. En su interior se conserva un mobiliario modesto, pero cargado de historia: bancos de madera trabajados a mano, inscripciones antiguas y una nave sobria que contrasta con la robustez de sus defensas exteriores.
Apold ejemplifica la función original de estas construcciones: proteger a una comunidad agrícola pequeña pero estratégica, que podía refugiarse aquí durante semanas en caso de invasión.
Saschiz – La elegancia gótica de los sajones
La iglesia gótica fortificada de Saschiz, construida a finales del siglo XV, es una de las más impresionantes de Transilvania y está incluida en la lista de la UNESCO. Diseñada para reemplazar la iglesia del monasterio, combina la monumentalidad de una catedral con un ingenioso sistema defensivo.

Su torre, inspirada en la Torre del Reloj de Sighișoara, es visible desde kilómetros de distancia y servía como atalaya y campanario. El interior destaca por su bóveda de crucería y detalles góticos tardíos, mientras que las murallas exteriores integraban almacenes, pasadizos y troneras para resistir asedios.
A poca distancia, en lo alto de una colina, se encuentran las ruinas de la fortaleza campesina de Saschiz, que ofrece vistas espectaculares del valle y un recordatorio del entramado defensivo que los sajones desplegaron en la región.
Viscri – Tradición viva en un icono de Transilvania
Viscri es probablemente la iglesia fortificada más famosa de Rumanía, en parte gracias a su inclusión en el patrimonio UNESCO y al interés del rey Carlos III del Reino Unido, que posee aquí una casa restaurada siguiendo métodos tradicionales.

Su iglesia, de estilo románico con añadidos góticos, datada en el siglo XIII y transformada en fortaleza en los siglos posteriores (siglos SXVI y XVII), presenta un aspecto macizo y casi austero, con gruesos muros encalados y torres almenadas.

En el interior se conserva un pequeño museo etnográfico con objetos del día a día de la comunidad sajona: trajes, herramientas, muebles y fotografías antiguas.
El pueblo, con sus casas azules alineadas a lo largo de una única calle, ha sabido preservar su autenticidad, convirtiéndose en un ejemplo de turismo sostenible y restauración patrimonial. Pasear por Viscri es sentir cómo la historia y la vida rural conviven de manera armónica.

Para terminar, antes de nuestra llegada a Brasov, pudimos visitar la ciudadela fortificada de Rupea (que no es iglesia fortaleza en sí).
La triple fortaleza de Rupea: bastión histórico de Transilvania
Erguida sobre una colina basáltica de 120 metros de altura, la ciudadela de Rupea domina el paisaje desde kilómetros a la redonda. Su ubicación estratégica no es casual: el promontorio ofrecía una visibilidad excelente sobre las rutas comerciales que unían Brașov con Sighișoara y, más allá, con Moldavia y Hungría. Este emplazamiento privilegiado convirtió a Rupea en un punto clave tanto para el control económico como para la defensa militar de la región.

Orígenes y evolución
Antes de la fortaleza medieval, el lugar ya estaba habitado desde tiempos del neolítico. Las evidencias arqueológicas indican que la colina fue un asentamiento dacio conocido como Ramidava, activo mucho antes de la romanización. Posteriormente, durante la Edad Media, los sajones de Transilvania reconocieron el valor estratégico del enclave y comenzaron a levantar una fortificación de piedra en el siglo XIV.
Rupea (parcialmente restaurada entre 1992 y 2013) no fue construida de una sola vez: su sistema defensivo creció a lo largo de los siglos, adaptándose a las necesidades y a las amenazas de cada época. Esto explica su estructura de tres recintos amurallados escalonados, lo que hoy conocemos como la triple fortaleza.
Estructura de la triple fortaleza
La ciudadela está formada por tres niveles fortificados, cada uno con su propio sistema de murallas, torres y accesos. Este diseño escalonado no solo multiplicaba las barreras contra un asalto enemigo, sino que permitía refugiar en su interior a la población y bienes de forma organizada.


1. La Ciudadela Baja (Cetatea de Jos)
- Construcción: data principalmente del siglo XIV, aunque incorpora elementos posteriores.
- Función: servía como la primera línea de defensa y espacio para actividades cotidianas. Aquí se encontraban talleres artesanales, almacenes y corrales para el ganado.
- Características: murallas más anchas y robustas para resistir embates, torres de guardia y un portón principal que controlaba el acceso desde la llanura.
En tiempos de paz, esta zona tenía vida comercial; en tiempos de guerra, servía como refugio inicial.


y posteriormente como almacén de tocino.
2. La Ciudadela Media (Cetatea de Mijloc)
- Construcción: levantada entre los siglos XV y XVI, cuando la presión otomana y los conflictos internos exigían reforzar las defensas.
- Función: núcleo defensivo y residencial. Aquí vivían los guardias y algunas familias nobles locales.
- Características: murallas más altas y estrechas, adaptadas a la pendiente, con varias torres semicirculares y almenas para disparo. Contaba también con depósitos de grano y pozos, asegurando la resistencia a un asedio prolongado.
Era la zona más segura en caso de que la Ciudadela Baja cayera en manos enemigas.

3. La Ciudadela Alta (Cetatea de Sus)
- Construcción: núcleo más antiguo, posiblemente con restos de la primera fortificación sajona del siglo XIV sobre cimientos dacios.
- Función: último bastión defensivo. En caso de que las dos primeras líneas fueran superadas, esta cima fortificada permitía resistir hasta el último momento.
- Características: murallas gruesas, torre del homenaje y un mirador natural que ofrecía control visual de todo el entorno. El acceso se hacía por pasadizos en zigzag, dificultando el avance de los atacantes (muy típico de la Edad Media, como vimos por ejemplo en la fortaleza de Nizwa, en Omán.
Este recinto albergaba la capilla y las dependencias de mando, además de servir como símbolo de poder y resistencia.



Historia militar y usos posteriores
La fortaleza de Rupea fue testigo de repetidos asedios, tanto por parte de ejércitos otomanos como de bandas de saqueadores. Sin embargo, gracias a su triple sistema defensivo, resistió la mayoría de los ataques. En los siglos XVII y XVIII, con el avance de nuevas tecnologías militares y el cambio de las rutas comerciales, su importancia estratégica disminuyó.
En el siglo XVIII fue utilizada también como refugio frente a epidemias: las murallas aislaban a los habitantes y evitaban el contacto con focos de contagio en el valle.
Finalmente, a mediados del siglo XIX, la fortaleza fue abandonada y empezó a deteriorarse, hasta que en el siglo XXI fue restaurada y abierta al público.
La restauración y visita actual
Hoy, la ciudadela de Rupea es uno de los ejemplos mejor conservados de fortificación escalonada en Rumanía. La restauración respetó la estructura original, permitiendo a los visitantes recorrer sus murallas, torres y patios en un recorrido ascendente que sigue el mismo orden que un hipotético asedio medieval.
Desde la Ciudadela Alta, las vistas son espectaculares: se divisan las colinas de Transilvania, los pueblos sajones y, en días claros, incluso las montañas de los Cárpatos.
Un buen lugar también para visitarlo con niños, aunque al pasar a la Ciudadela Alta se hace un poco más difícil el avance. Para adultos ningún problema.
Iglesia fortificada de Biertan: la joya sajona que casi visitamos
Aunque no formó parte de nuestro itinerario, la iglesia tardogótica fortificada de Biertan es una de las más impresionantes y mejor conservadas de Transilvania, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Construida a finales del siglo XV en estilo gótico tardío, domina el pueblo desde lo alto de una colina y está rodeada por tres anillos concéntricos de murallas con 6 torres defensivas y 3 bastiones, lo que la convirtió en un bastión casi inexpugnable.

Su interior destaca por el magnífico retablo policromado con 28 paneles pintados (el más grande del país), la puerta de la sacristía con un ingenioso sistema de 19 cerraduras (premiado en la Exposición Mundial de París de 1900) que se abre con una sola llave y la “cárcel de los esposos”, una pequeña estancia donde, según la tradición, se encerraba a las parejas que querían divorciarse, obligándolas a convivir en el mismo espacio con una sola cama, una mesa y un solo juego de cubiertos… hasta que resolvieran sus diferencias. Parece que tal fue el éxito de dicho método que, al parecer, solo una pareja siguió adelante con su divorcio en más de 300 años.


Biertan fue sede del obispo luterano para toda Transilvania durante casi 300 años, lo que explica la riqueza artística y arquitectónica del conjunto. Hoy en día, su conservación y el encanto del pueblo la convierten en una visita imprescindible para los amantes de la historia medieval.
Para terminar el artículo, a continuación dejo un mapa del recorrido que hicimos ese día por las iglesias fortalezas de Transilvania.
