• Menú
  • Menú

De la Laguna Colorada al Salar de Uyuni: paisajes surrealistas en el corazón del altiplano boliviano (día 2)

Continuación de Ruta en 4×4 por el altiplano boliviano: de Atacama a la Laguna Colorada.

Italia Perdida

Después de dormir en el hostal Samay Wasi, a más de 4.000 metros de altitud, el amanecer nos recibió con un aire gélido y un silencio que parecía extenderse hasta el horizonte. Dejábamos atrás la Laguna Colorada y su ejército de flamencos para continuar nuestra ruta en 4×4 hacia el norte del altiplano boliviano, rumbo al mítico Salar de Uyuni. El camino de este día fue una sucesión de paisajes tan extraños como fascinantes: formaciones rocosas imposibles, lagunas de colores, cañones y desiertos que parecían salidos de otro planeta.

El paisaje desolador y a la vez de una gran belleza del altiplano
Formaciones rocosas del altiplano

Formaciones rocosas del altiplano: del Camello a la Copa del Mundo

Nuestra primera parada fue un conjunto de formaciones rocosas esculpidas por el viento y la erosión, donde cada piedra parecía adoptar una forma reconocible. Destacaban dos especialmente: la piedra del camello, perfectamente delineada como si alguien la hubiera tallado (la cual mi compañero inglés, con agilidad envidiable, logró escalar sin problemas), y la piedra de la copa del mundo, bautizada así por los guías locales por su semejanza con el trofeo de fútbol.

La piedra Copa del Mundo
La Copa del Mundo
La piedra camello
Jugando con las perspectivas
La piedra del Camello

Entre estas formaciones descubrimos la yareta, una planta milenaria que crece lentamente formando cojines verdes y compactos sobre las rocas. Su textura parece la de un musgo, pero es extremadamente dura: tarda hasta cien años en crecer un solo centímetro. Antiguamente, los habitantes del altiplano la usaban como combustible natural, ya que arde incluso a gran altitud.

Yareta

Sabías que… la yareta puede vivir más de 3.000 años

Entre las piedras del altiplano boliviano crece una planta tan antigua como misteriosa: la yareta (Azorella compacta). A simple vista parece un musgo verde y blando, pero al tocarla es tan dura como una roca. Está formada por miles de tallos diminutos que crecen tan juntos que crean una masa compacta capaz de resistir las temperaturas extremas del desierto andino.

Su crecimiento es tan lento que puede tardar más de un siglo en cubrir un solo metro cuadrado, y algunos ejemplares superan los tres mil años de edad. Por eso, en las comunidades locales se la considera una planta sagrada y protegida, símbolo de paciencia y resistencia.

Durante siglos, los habitantes del altiplano la usaron como combustible natural, ya que su resina permite que arda incluso a gran altitud, cuando ninguna otra planta lo consigue. También se aprovechaba para preparar mate o infusiones medicinales contra el reumatismo y los resfriados. También se usaba para los hogares.

Hoy en día su recolección está protegida, ya que su regeneración es extremadamente lenta. Encontrarse con una yareta es como observar un pedazo vivo de historia: una planta que crecía mucho antes de que existieran los caminos y los pueblos del altiplano.

También vimos varias vizcachas, pequeños roedores de cola larga que se mueven con agilidad entre las piedras. Parecen conejos con cuerpo de ardilla y siempre se muestran curiosos ante los visitantes, aunque no se dejan acercar fácilmente.

Italia Perdida: un laberinto de piedra en mitad del desierto

Nuestro siguiente destino fue Italia Perdida, uno de esos lugares que parecen fruto de la imaginación. A primera vista, es un conjunto de formaciones rocosas gigantes que se alzan sobre el desierto como los restos de una ciudad abandonada. Las piedras, esculpidas por siglos de viento y erosión, crean pasadizos, arcos y pequeñas torres naturales que se asemejan a ruinas antiguas.

Italia Perdida

El nombre de Italia Perdida no tiene un origen oficial, pero los guías nos contaron una historia curiosa: hace años (en los 60-70 del siglo pasado), un grupo de turistas italianos se extravió entre estas formaciones durante varias horas. El terreno, lleno de recovecos y bloques de piedra, puede ser realmente confuso si uno se aventura sin guía. Desde entonces, los lugareños empezaron a referirse al lugar como Italia Perdida, y el nombre se quedó. También uno puede pensar que las formaciones también recuerden a ruinas romanas.

Nos aventuramos a escalar una de estas piedras desafiantes, una experiencia que nos llenó de adrenalina y nos regaló vistas impresionantes del altiplano boliviano. Sin embargo, el desafío no fue fácil; el vértigo y la brisa intensa complicaban el ascenso, pero la sensación de conquista al llegar a la cima fue incomparable.

Muy atento nuestro guía ayudándonos a bajar
Formaciones que recuerdan el surrealismo de Dalí

La zona está cubierta por una flora que resiste el clima extremo del altiplano. Crecen especies como la Lampaya verde, una planta de hojas gruesas usada tradicionalmente en infusiones medicinales, y la Parastrephia quadrangularis, un arbusto bajo que florece entre las grietas de las piedras y da refugio a pequeñas aves.

Caminar por Italia Perdida es perder la noción del tiempo. En silencio, entre rocas rojizas y sombras alargadas, uno entiende por qué algunos la llaman también la ciudad de piedra del altiplano.

Laguna Vinto y el flamenco de James

Dejamos atrás el paisaje rocoso para adentrarnos en una zona de lagunas. La primera fue la Laguna Vinto, una laguna salina situada a gran altitud, famosa por sus aguas de colores intensos que varían según la concentración de minerales y microorganismos presentes. Aquí donde tuvimos la suerte de observar al flamenco de James (Phoenicoparrus jamesi), una especie endémica del altiplano andino.

Flamenco de James en la Laguna Vinto

Este flamenco se distingue de otros por su color rosado más intenso y sus patas rojas, además de un pico amarillo con la punta negra. El silencio del lugar solo se rompía por el sonido del viento y el batir de alas sobre el agua. La laguna, rodeada de montañas ocre y cielos azul profundo, reflejaba la luz del sol como un espejo líquido.

Laguna Catal o Negra: un espejo entre montañas

La siguiente parada fue la Laguna Catal, también conocida como Laguna Negra. A diferencia de las anteriores, esta se encuentra más encajonada entre formaciones rocosas, lo que hace que sus aguas sean más oscuras y profundas.

Laguna negra
Laguna negra

Nos detuvimos a caminar por los alrededores y pudimos observar guayatas (gansos andinos), gaviotas andinas y patos andinos, todos perfectamente adaptados al frío extremo. En el agua, los reflejos oscuros contrastaban con el cielo y las montañas, creando un efecto hipnótico.

Patos andinos
Parece una focha gigante
Guayata
Llamas

En este pasaje empecé a notar de nuevo el mal de altura. Quizá no lo noté con la intensidad de la noche anterior, pero sí que me costaba mucho caminar. El simple recorrido de la Laguna Negra tuve que hacerlo mucho más despacio que mis compañeros (obligándome a sentarme cada poco rato), aunque no impidió que disfrutara del espectacular paisaje, la fauna y la flora.

En las cercanías, el guía nos mostró rocas sedimentarias formadas por antiguos flujos volcánicos a más de 150 kilómetros del foco original. Estos vestigios geológicos son una muestra más del violento origen del altiplano, un lugar donde el fuego y el hielo moldearon el paisaje durante millones de años.

Laguna negra

El cañón de Alota: viento, historia y herencia inca

La última parada del día antes de llegar al hotel fue el Cañón de Alota, un impresionante corte en la tierra formado por millones de años de erosión. El viento y el agua han ido tallando sus paredes hasta crear un paisaje que parece una grieta abierta en medio del altiplano. Al llegar, el aire era tan fuerte que apenas podíamos mantenernos en pie; el sonido del viento retumbaba entre las rocas como un rugido constante.

Cañón de Alota

Desde los miradores naturales se observan perfectamente las estratificaciones del terreno, que muestran capas de distintos tonos rojizos y ocres, huella del pasado volcánico de la región. Pero lo que más nos sorprendió fueron las antiguas divisiones en la ladera, unas líneas horizontales que parecen cicatrices sobre la montaña.

Cañón de Alota

Nuestro guía explicó que se trataba de antiguas terrazas agrícolas incas, construidas para cultivar papas y quinoa. Estas plataformas permitían aprovechar el agua de deshielo y proteger los cultivos del viento y las heladas. Aunque hoy están abandonadas, siguen visibles como testimonio del ingenio de las civilizaciones andinas, capaces de adaptarse a uno de los entornos más hostiles del planeta.

El cañón también alberga curiosas formaciones pétreas que recuerdan figuras humanas o animales, esculpidas de manera natural por el paso del tiempo. Entre las grietas aún crecen pequeños arbustos de Parastrephia y lampaya, que resisten al frío y al sol como si se negaran a desaparecer.

Permanecimos allí el tiempo que el viento nos permitió, intentando grabar con la cámara —y con la memoria— aquel paisaje salvaje y casi extraterrestre.

Descanso en Julaca: cerveza artesanal y un cementerio de trenes

Después de varias horas de trayecto en coche, llegamos a Julaca, un pequeño poblado que alguna vez fue un punto clave en la red ferroviaria boliviana. Decidimos tomarnos un merecido descanso en el Almacén El Kochalo, un acogedor establecimiento donde disfrutamos de cervezas artesanales elaboradas con ingredientes locales.

Las dos cervezas originales que probamos – una de sal y otra de cáctus
Los enormes cactus de la región

Con energías renovadas, dimos un paseo por el cementerio de trenes de Julaca, un testimonio del pasado ferroviario de la región. Los viejos vagones oxidados y locomotoras abandonadas en medio del desierto nos transportaban a otra época, cuando estos rieles eran testigos del comercio de minerales y mercancías en la zona.

Cementerio de trenes
Vía muerta

Noche en un hotel de sal: la experiencia del Hotel Cruz Andina

Nuestra última parada del día fue en el Hotel de Sal Cruz Andina, uno de los alojamientos más curiosos de Bolivia, construido totalmente con bloques de sal extraídos del Salar de Uyuni. Paredes, suelos, mesas, camas… todo, absolutamente todo, está hecho de sal compactada.

Escorpión de sal

A pesar de su aspecto rústico, el hotel es cálido y acogedor. Las lámparas de luz tenue y los muebles tallados en sal crean un ambiente mágico, especialmente cuando el viento sopla afuera. Dormir allí es una experiencia única, como pasar la noche dentro de una escultura mineral.

Sopa de quinoa
Vino de la región – no es el punto fuerte de Bolivia

Este punto marcaba el final de nuestro recorrido por el altiplano y el inicio de una nueva etapa: la incursión de madrugada al Salar de Uyuni, el desierto blanco más grande del mundo. Desde el hotel, situado a escasos kilómetros, se organizan las salidas antes del amanecer para presenciar uno de los espectáculos naturales más sobrecogedores del planeta.

Consejos prácticos para viajeros

  • Altitud: la mayoría de las paradas están entre los 4.000 y 4.800 metros. Es fundamental aclimatarse y beber mucha agua.
  • Clima: las noches son gélidas incluso en verano. Lleva ropa térmica, gorro y guantes.
  • Accesos: el recorrido solo es posible con vehículo 4×4 y guía local. La empresa suele incluir alojamiento, comida y permisos.
  • Época recomendada: de mayo a octubre (temporada seca) para disfrutar de cielos despejados.
  • Fotografía: las luces del amanecer y del atardecer son perfectas para capturar los colores de las lagunas.
  • Respeto ambiental: no dejes residuos y evita acercarte demasiado a los flamencos o a las plantas nativas como la yareta.
Un curioso cementerio andino

Preguntas frecuentes sobre la ruta de Laguna Colorada al Salar de Uyuni

¿Cuánto dura el trayecto de Laguna Colorada al Salar de Uyuni?
Aproximadamente un día completo, con múltiples paradas naturales.

¿Se necesita un guía local?
Sí, es cuasi obligatorio viajar con guía y vehículo autorizado. Las rutas son remotas y sin señalización.

¿Dónde se puede dormir durante la ruta?
Existen hostales básicos como el Samay Wasi o alojamientos más singulares como los hoteles de sal cerca del Salar.

¿Qué fauna se puede observar?
Flamencos andinos, vizcachas, guayatas, gaviotas y zorros del altiplano.

¿Qué es la yareta y por qué es tan especial?
Es una planta milenaria que crece muy lentamente y puede vivir más de 3.000 años. Se usaba como combustible natural.

¿Qué hace únicos los hoteles de sal?
Están construidos íntegramente con bloques de sal del salar, lo que los convierte en alojamientos sostenibles y muy originales.

¿Cuál es la altitud del recorrido?
Oscila entre los 4.000 y los 4.800 metros sobre el nivel del mar.

¿Hay cobertura telefónica o internet?
Prácticamente no. Es una ruta ideal para desconectar por completo.

¿Cuál es la mejor época para ver flamencos?
De diciembre a marzo, cuando las lagunas tienen mayor cantidad de agua.

¿Es posible visitar el Salar de Uyuni en la misma jornada?
Sí, aunque se recomienda pasar la noche previa cerca, como hicimos en el Hotel Cruz Andina, para partir de madrugada.

Al caer la noche, el aire frío del altiplano entraba por las rendijas del hotel de sal. Afuera, el cielo se encendía con miles de estrellas y el silencio era absoluto. Sabíamos que al amanecer nos esperaba el espectáculo más esperado del viaje: el amanecer sobre el Salar de Uyuni, un espejo infinito donde el cielo y la tierra se confunden.

A continuación Amanecer en el Salar de Uyuni: el espejo infinito de Bolivia.