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Historia de Chile y de Santiago: origen, independencia y evolución hasta la era moderna

Breve historia de Chile

Chile no se entiende sin sus contrastes: un país que une el desierto más árido del planeta con los glaciares más australes del continente, una tierra donde la resistencia ha sido siempre el hilo que cose su historia. Desde las primeras civilizaciones precolombinas hasta las convulsiones políticas del siglo XX, Chile ha sido escenario de conquistas, sueños de independencia, dictaduras y una constante búsqueda de justicia social.

Acompáñame en este recorrido por la historia de Chile, desde su descubrimiento hasta los días actuales del presidente Gabriel Boric, un relato de coraje, identidad y transformación.

Nuestra primera imagen de Chile

Los pueblos originarios y la vida antes de la conquista

Antes de la llegada de los europeos, el territorio chileno estaba habitado por una gran diversidad de pueblos que habían aprendido a sobrevivir entre desiertos, valles fértiles, cordilleras y mares helados. En el norte, los atacameños cultivaban en los oasis del desierto y comerciaban con el imperio incaico. En el centro, los diaguitas y picunches trabajaban la cerámica y el tejido. Más al sur, los mapuches se organizaban en comunidades guerreras, conocidas como lof, y defendían con ferocidad sus tierras.

Mapa de Chile según enclaves indígenas y oficios

En la Patagonia y Tierra del Fuego, pueblos nómadas como los tehuelches, yámanas y kawésqar vivían entre los vientos australes y las aguas heladas del estrecho de Magallanes. Cada uno de ellos poseía una cosmovisión única, profundamente conectada con la naturaleza, que sería violentamente interrumpida tras la llegada de los conquistadores.

Las primeras expediciones europeas

En 1520, el navegante portugués Fernando de Magallanes fue el primer europeo en avistar las costas del actual Chile durante su viaje de circunnavegación. Cruzó el estrecho que lleva su nombre, creyendo haber encontrado una ruta hacia las islas de las especias. Pero aquel territorio, árido y ventoso, no despertó el interés de los españoles.

Décadas después, desde el virreinato del Perú, comenzaron las expediciones hacia el sur, con la idea de expandir los dominios de la Corona española. Sin embargo, la geografía chilena —con sus montañas infinitas, desiertos, ríos y selvas— se convirtió en una barrera natural que solo los más obstinados se atrevieron a cruzar.

Pedro de Valdivia y la fundación de Santiago

Entre esos hombres decididos estaba Pedro de Valdivia, un militar extremeño que había servido bajo las órdenes de Francisco Pizarro durante la conquista del Perú. Ambicioso y visionario, Valdivia soñaba con conquistar el territorio del sur, al que los incas llamaban “el país del chili”.

Pedro de Valdivia

En 1540, partió desde Cuzco al mando de unos 150 hombres, cargando provisiones, armas, caballos y el deseo de fundar una nueva colonia. Pero antes de llegar al valle central de Chile, debía enfrentarse a su mayor enemigo: el desierto más seco del planeta.

La travesía del desierto de Atacama

La travesía del desierto de Atacama se convirtió en una epopeya que casi termina en tragedia. Bajo un sol implacable, los hombres de Valdivia caminaban sobre una tierra sin agua ni sombra. Los caballos caían exhaustos, las provisiones se agotaban y la desesperación comenzó a apoderarse de la tropa.

Las crónicas cuentan que algunos bebían su propia orina y que la sed les hacía delirar. Los soldados pedían volver atrás, pero Valdivia se negó: “El que regrese, morirá en el camino. El que siga, tendrá gloria.”

El árido desierto de Atacama

Cuando todo parecía perdido, una pequeña comitiva encontró un manantial oculto entre las piedras, guiada por indígenas locales. El agua brotó clara, salvando a la expedición. Los hombres bebieron de rodillas, llorando de alivio.
Ese episodio, conocido como “el milagro del agua en Atacama”, marcó el espíritu de la conquista: una mezcla de obstinación, fe y resistencia frente a una naturaleza indomable.

Semanas más tarde, tras cruzar montañas y valles (incluido el Aconcagua a finales de 1940), Pedro de Valdivia llegó al fértil valle del Mapocho. Allí, protegido por el Cerro Santa Lucía, fundó el 12 de febrero de 1541 la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, origen de la actual capital chilena. Pedro buscaba oro y plata, pero no la encontró. Sin embargo, su segunda misión era seguir colonizando Sudamérica y fundar ciudades.

Inés Suárez, la mujer que cambió la historia

En esa aventura no estuvo solo. Lo acompañaba Inés Suárez, una mujer nacida en Plasencia que viajó a América buscando a su marido y terminó encontrando su propio destino. Se convirtió en la compañera inseparable de Valdivia, una figura tan polémica como fascinante.

Durante el ataque indígena a Santiago en septiembre de 1541, la ciudad ardía y los hombres caían agotados. Valdivia estaba ausente, y fue Inés quien tomó el control del fuerte. Repartió armas, curó heridos y —según los relatos más antiguos— decapitó a varios prisioneros indígenas para infundir temor y dar tiempo a reorganizar la defensa.

Muy recomendable el libro de Isabel Allende

Aquella decisión brutal, discutida por los historiadores, permitió salvar Santiago de la destrucción total. Para algunos, fue un acto despiadado; para otros, una muestra de coraje en una época sin compasión.

Inés fue una mujer adelantada a su tiempo: luchó, gobernó y decidió en un mundo de hombres, lo que le valió tanto admiración como condena. Su historia ha inspirado novelas, entre ellas “Inés del alma mía” de Isabel Allende, donde se rescata su voz femenina y se la muestra no solo como “la amante del conquistador”, sino como una protagonista de la historia de Chile.

La independencia y los primeros años de la república

Durante casi tres siglos, Chile fue una colonia española gobernada desde Lima. Sin embargo, las ideas ilustradas y los movimientos de independencia en América despertaron el deseo de autonomía.

En 1810, tras la invasión napoleónica de España, los criollos chilenos formaron la Primera Junta Nacional de Gobierno, marcando el inicio del proceso emancipador.

La Iglesia de San Francisco, uno de los templos más antiguos de Chile, que nos traslada al período colonial

La guerra de independencia se prolongó durante años y estuvo llena de altibajos, pero finalmente, el 12 de febrero de 1818, Bernardo O’Higgins y José de San Martín, que ya conocimos en el artículo dedicado a Buenos Aires, proclamaron la independencia definitiva tras la Batalla de Maipú.

O’Higgins se convirtió en el primer Director Supremo de Chile, y su gobierno sentó las bases de la nueva república, aunque su estilo autoritario lo llevó al exilio pocos años después.

El siglo XIX y la Guerra del Pacífico

Durante el siglo XIX, Chile consolidó su territorio, modernizó su economía y fortaleció sus instituciones. En 1833, una nueva Constitución garantizó la estabilidad política que el país necesitaba para crecer.

Pero el punto de inflexión llegó con la Guerra del Pacífico (1879-1884), cuando Chile se enfrentó a Perú y Bolivia por el control de territorios ricos en salitre. La victoria chilena amplió las fronteras hacia el norte y convirtió al país en una potencia económica gracias a la exportación del mineral.

Sin embargo, esa riqueza no se distribuyó de manera equitativa. Mientras la élite prosperaba, los trabajadores vivían en condiciones duras, lo que dio origen a los primeros movimientos obreros y huelgas masivas.

Un Santiago estéticamente europeizado en algunos enclaves

El siglo XX y el camino hacia la modernidad

El nuevo siglo trajo consigo industrialización, urbanización y tensiones sociales. Chile se transformó: crecieron las ciudades, surgieron los partidos políticos modernos y el Estado asumió un papel más activo en la economía.

Durante las décadas de 1960 y 1970, las demandas de justicia social alcanzaron su punto más alto. Salvador Allende, médico socialista y líder de la Unidad Popular, llegó al poder en 1970, convirtiéndose en el primer presidente marxista elegido democráticamente en el mundo.

Salvador Allende y el golpe de Estado

El gobierno de Allende impulsó nacionalizaciones, reformas agrarias y programas de bienestar, buscando reducir las desigualdades. Sin embargo, su proyecto chocó con la oposición interna, el boicot económico y la presión de Estados Unidos.

En los años previos al golpe, Chile vivía una crisis profunda que se había gestado durante más de una década. Las raíces estaban en las desigualdades estructurales del campo: grandes haciendas concentraban la tierra en pocas manos, mientras miles de campesinos vivían en condiciones de semiesclavitud.
Para corregir esto, primero el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964–1970) impulsó una reforma agraria moderada, apoyada por Estados Unidos. Expropió latifundios y entregó tierras, pero el proceso fue lento y lleno de errores burocráticos. Cuando llegó Salvador Allende en 1970, su gobierno marxista radicalizó la medida: aceleró la segunda reforma agraria, nacionalizó empresas agrícolas y mineras, y entregó la tierra directamente a los campesinos. Sin planificación ni recursos suficientes, la producción agrícola se desplomó y comenzaron los desabastecimientos, el mercado negro y la inflación.

Salvador Allende

Al mismo tiempo, el país se volvió un polvorín político. La derecha veía a Allende como un peligro comunista; la izquierda más radical lo acusaba de tibio; y la clase media, golpeada por la escasez, perdió la confianza en el gobierno.
Estados Unidos, en plena Guerra Fría, decidió intervenir activamente. La CIA financió a la oposición, fomentó huelgas empresariales y presionó para “hacer chillar la economía”, en palabras de Henry Kissinger.
Mientras tanto, la polarización se profundizaba en las calles: había manifestaciones diarias, atentados, grupos armados y una sensación general de que la democracia estaba al borde del colapso.

En junio de 1973, durante el gobierno de Salvador Allende, se produjo el intento fallido de golpe conocido como el “Tanquetazo”. En esa ocasión, el general Carlos Prats, entonces comandante en jefe del Ejército, defendió la institucionalidad democrática, logrando contener la sublevación. Su postura legalista lo enfrentó con sectores militares y con parte de la derecha, que lo acusaban de ser demasiado cercano a Allende.

La presión política y mediática se volvió insoportable: hubo protestas frente a su casa y pérdida de apoyo dentro del propio Ejército. Ante esa situación, Prats presentó su renuncia el 23 de agosto de 1973, y fue reemplazado por quien parecía un militar discreto y obediente: Augusto Pinochet.
Menos de tres semanas después, Pinochet encabezó el golpe de Estado que derrocó a Allende.
El 11 de septiembre de 1973, la Marina chilena inició la sublevación en Valparaíso, ocupando los buques “Blanco Encalada” y “O’Higgins” y tomando el control del puerto.

Horas más tarde, las Fuerzas Armadas encabezadas por Augusto Pinochet dieron un golpe de Estado. El Palacio de La Moneda fue bombardeado, destruyendo la parte norte y acabando con el despacho y la vida del presidente Allende, aunque no se sabe a ciencia cierta cómo murió (si lo mataron o se acabó suicidando).

Comenzó así una de las etapas más oscuras de Chile: 17 años de dictadura militar, con miles de detenidos desaparecidos, censura, exilio y miedo. Al mismo tiempo, Pinochet implantó un modelo económico neoliberal que modernizó la economía, pero profundizó la desigualdad social.

El Chile contemporáneo y el gobierno de Gabriel Boric

Tras el plebiscito de 1988, Chile dijo “No” a la continuidad de Pinochet, y en 1990 asumió el primer gobierno democrático encabezado por Patricio Aylwin.
Durante las décadas siguientes, Chile vivió una etapa de estabilidad y crecimiento, convirtiéndose en uno de los países más desarrollados de América Latina. No obstante, las heridas del pasado y las desigualdades persistentes se mantuvieron latentes.

En 2019, una ola de protestas sociales sacudió el país. Millones de personas salieron a las calles reclamando pensiones dignas, mejor educación y un nuevo modelo social. De aquel movimiento nació el impulso para redactar una nueva Constitución.

El gobierno de Gabriel Boric: juventud, reformas y desafíos de seguridad

En 2021, Chile eligió como presidente a Gabriel Boric Font, un exlíder estudiantil de apenas 35 años, símbolo de una generación que creció bajo la democracia y que busca renovar la política.
Su coalición, el Frente Amplio, agrupa partidos progresistas y socialdemócratas, e incluye también al Partido Comunista de Chile.

Gabriel Boric

Su mandato ha estado marcado por una economía golpeada por la inflación postpandemia y una creciente crisis de seguridad, especialmente en Santiago.
El aumento del narcotráfico, los delitos violentos y la inmigración irregular ha generado un sentimiento de inseguridad que se ha convertido en uno de los grandes desafíos de su administración.

Historia de Santiago de Chile: de una villa colonial entre ríos a una metrópoli entre montañas

Santiago de Chile nació con una paradoja: fue fundada en medio de un valle fértil pero vulnerable, cercado por ríos y cerros, y azotado por terremotos. Sin embargo, aquella pequeña villa trazada por Pedro de Valdivia en 1541 se convertiría con el tiempo en una de las capitales más estables y modernas de Sudamérica.

Fundación y primeros años: la ciudad del Mapocho

Pedro de Valdivia eligió el valle del río Mapocho para fundar su capital por una razón práctica: agua abundante, tierras fértiles y una posición estratégica entre la cordillera de los Andes y la costa del Pacífico.
El 12 de febrero de 1541 fundó la ciudad con el nombre de Santiago del Nuevo Extremo, en honor al apóstol Santiago (santo patrono del ejército y de España) y al extremo sur del imperio español (aunque se barajó a priori llamarla Santa Lucía).
El trazado urbano, siguiendo el modelo de damero renacentista, se organizó alrededor de una gran Plaza Mayor, hoy Plaza de Armas, desde donde se proyectaban las calles hacia los cuatro puntos cardinales.

Cerro Santa Lucía

Sin embargo, el inicio fue turbulento. Apenas siete meses después de la fundación, los pueblos mapuches y picunches se rebelaron, incendiaron las casas y destruyeron casi por completo el asentamiento.
Gracias a la resistencia de los colonos —y al liderazgo de Inés Suárez, quien defendió el fuerte mientras Valdivia combatía fuera—, Santiago sobrevivió a su primer intento de desaparición, un hecho que marcó su identidad de ciudad resiliente.

La época colonial: una ciudad aislada pero viva

Durante los siglos XVI al XVIII, Santiago se mantuvo como una ciudad periférica del Imperio español. No tenía la riqueza minera del norte ni el puerto de Valparaíso, pero era el centro administrativo del Reino de Chile.
Las calles eran de tierra, las casas de adobe y teja, y el río Mapocho cruzaba la ciudad de forma irregular, inundando los barrios bajos cada invierno.

Aun así, Santiago desarrolló una vida social intensa en torno a sus conventos, plazas e iglesias.
Los jesuitas y franciscanos fundaron colegios, hospitales y talleres de arte; los agustinos levantaron la iglesia de San Agustín, y las órdenes religiosas dominaron buena parte de la vida urbana.
El Cerro Santa Lucía, llamado por los indígenas Huelén, servía de mirador y punto de defensa, aunque durante siglos permaneció casi abandonado.

Entrada de Cerro Santa Lucía

El comercio se concentraba en la calle de la Compañía, donde se abrían pulperías, herrerías y mercados de frutas y ganado. Santiago no era una ciudad rica, pero era el corazón político y religioso del sur del imperio, y allí se gestarían las primeras ideas de independencia.

Siglo XIX: la capital republicana y su modernización

Con la independencia en 1818, Santiago se consolidó como capital de la República de Chile.
Durante la primera mitad del siglo XIX, las nuevas autoridades impulsaron obras públicas, crearon instituciones y expandieron el trazado urbano.
El intendente Benjamín Vicuña Mackenna fue una figura clave en la transformación de la ciudad: en la década de 1870 embelleció el Cerro Santa Lucía, convirtiéndolo en un parque urbano con terrazas, escalinatas y fuentes que aún hoy son uno de los iconos más visitados.

En esos años también se construyeron los grandes edificios republicanos: el Palacio de La Moneda como sede presidencial, la Universidad de Chile, la Corte Suprema, y la Estación Central, que conectó la capital con el sur del país.

El Palacio de la Moneda


El crecimiento económico basado en el salitre trajo consigo avenidas amplias, tranvías eléctricos y barrios elegantes como Yungay, Brasil y Lastarria.
La ciudad comenzaba a mirar hacia Europa, imitando sus bulevares y su vida cultural.

Siglo XX: expansión, terremotos y desigualdad

El siglo XX transformó a Santiago en una metrópoli. El crecimiento demográfico, impulsado por la migración rural, hizo que la ciudad se extendiera más allá del río Mapocho y del antiguo casco colonial.
Surgieron nuevos barrios obreros en el sur y el poniente, mientras en el oriente florecían zonas residenciales de clase alta, como Providencia y Ñuñoa.
El transporte público —tranvías, luego buses y finalmente metro— unió esos mundos distintos, aunque las diferencias sociales quedaron grabadas en el mapa urbano.

Santiago también enfrentó terremotos devastadores (notablemente los de 1906 y 1985), pero cada uno de ellos fue seguido de un proceso de reconstrucción y modernización.
Durante el siglo XX se levantaron los edificios de la Bolsa de Comercio, el Teatro Municipal, el Museo Nacional de Bellas Artes y el Parque Forestal, que dieron a la ciudad una identidad más moderna y cultural.

Bolsa de Comercio

Sin embargo, los años 70 marcaron un punto de quiebre.
El golpe de Estado de 1973 convirtió a Santiago en escenario de violencia política, represión y miedo, especialmente en torno al Palacio de La Moneda.
Durante los años de dictadura, la ciudad creció desordenadamente, concentrando pobreza en la periferia y riqueza en los nuevos barrios del oriente.

El Santiago contemporáneo: modernidad, memoria y diversidad

Desde el retorno a la democracia en 1990, Santiago ha vivido una transformación profunda.
El Metro se expandió hasta ser uno de los más modernos de América Latina; los rascacielos del sector oriente, como la Gran Torre Costanera, cambiaron su perfil urbano; y los barrios históricos comenzaron a revitalizarse.

Gran Torre Costanera


A la vez, Santiago se convirtió en un mosaico cultural: comunidades migrantes, nuevos espacios artísticos, gastronomía multicultural y una conciencia creciente sobre el valor del patrimonio.

Barrios como Lastarria, Italia, Bellavista y Yungay simbolizan ese renacer urbano: antiguos sectores restaurados que combinan historia, arte y vida nocturna.

Bellavista


Al mismo tiempo, el Centro Cívico —con el Palacio de La Moneda, la Corte Suprema y el Museo de Arte Precolombino— mantiene su peso histórico y político, recordando que Santiago no solo es una capital moderna, sino también una ciudad que lleva cinco siglos interpretando la historia de Chile desde su corazón.

El Centro Cultural del Palacio de la Moneda da a conocer las tradiciones indígenas y venden sus productos

Una ciudad entre la cordillera y el futuro

Santiago de Chile ha aprendido a convivir con sus contradicciones: naturaleza indómita, desigualdad social, belleza arquitectónica y memoria dolorosa.
Pero, sobre todo, ha demostrado una capacidad inquebrantable de adaptación.
Desde las cabañas de adobe de Valdivia hasta los barrios creativos y los parques sostenibles de hoy, la ciudad ha mantenido un mismo espíritu: resistir, reinventarse y renacer.

Preguntas frecuentes sobre la historia de Chile

¿Quién fue Pedro de Valdivia y qué hizo en Chile?

Pedro de Valdivia fue un conquistador español que, en 1541, fundó la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo. Su liderazgo y su travesía por el desierto de Atacama marcaron el inicio de la colonización española en el territorio chileno.

¿Quién fue Inés Suárez y por qué es importante en la historia de Chile?

Inés Suárez fue una mujer española que acompañó a Valdivia durante la conquista. Destacó por su valentía durante el ataque indígena a Santiago en 1541, y su historia ha sido reivindicada como símbolo de fortaleza femenina, especialmente gracias a la novela Inés del alma mía de Isabel Allende.

¿Cuándo se independizó Chile de España?

Chile declaró su independencia definitiva el 12 de febrero de 1818, bajo el liderazgo de Bernardo O’Higgins y José de San Martín, tras vencer en la Batalla de Maipú.

¿Qué ocurrió durante el golpe de Estado de 1973?

El 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas, encabezadas por Augusto Pinochet, derrocaron al presidente Salvador Allende. El golpe dio inicio a una dictadura militar que duró 17 años y dejó miles de víctimas.

¿Quién es Gabriel Boric y qué representa su gobierno?

Gabriel Boric, elegido en 2021, es el presidente más joven de la historia de Chile. Su gobierno representa a una nueva generación progresista que busca justicia social, igualdad y sostenibilidad, aunque enfrenta grandes desafíos económicos y de seguridad.

Preguntas frecuentes sobre la historia de Santiago de Chile

¿Quién fundó Santiago de Chile y en qué año?
La ciudad fue fundada el 12 de febrero de 1541 por el conquistador español Pedro de Valdivia, quien la llamó Santiago del Nuevo Extremo. Eligió el valle del río Mapocho por su fertilidad y su ubicación estratégica entre la cordillera de los Andes y el océano Pacífico.

¿Por qué se eligió el nombre Santiago?
El nombre honra a Santiago el Mayor, patrón de España y símbolo del poder cristiano en la conquista. El término “del Nuevo Extremo” hacía referencia a su posición en el límite sur del imperio español.

¿Cuál fue el primer centro urbano de Santiago?
El núcleo fundacional fue la actual Plaza de Armas, desde donde se trazaron las calles principales en forma de cuadrícula. A su alrededor se construyeron los edificios coloniales más importantes: la Catedral, el Cabildo y las primeras casas de adobe.

¿Cuándo comenzó la modernización de Santiago?
La gran transformación llegó en el siglo XIX, especialmente durante la intendencia de Benjamín Vicuña Mackenna, quien impulsó obras como el Parque del Cerro Santa Lucía, avenidas arboladas y el desarrollo urbano del casco central.

¿Cuáles fueron los principales terremotos que afectaron a Santiago?
La ciudad ha sufrido varios terremotos importantes —en 1647, 1730, 1822, 1906, 1985 y 2010—, pero siempre se ha reconstruido. Muchos edificios históricos, como la Iglesia de San Agustín o la Catedral, aún conservan cicatrices de esos sismos.

¿Por qué Santiago se convirtió en capital de Chile?
Por su ubicación central y su cercanía al poder político. Tras la independencia en 1818, las nuevas autoridades mantuvieron en Santiago la sede del gobierno, consolidándola como capital política, administrativa y cultural del país.

¿Cómo es Santiago hoy en día?
Actualmente es una metrópoli moderna y diversa, con barrios históricos recuperados, arquitectura contemporánea y una fuerte vida cultural, aunque desgraciadamente ha ido aumento la inseguridad de la urbe. A pesar de su crecimiento, conserva espacios que recuerdan sus raíces coloniales, como Lastarria, Yungay o Barrio Italia.

A continuación Día 1 en Santiago de Chile: entre la Casa de la Moneda, la arquitectura de la Corte Suprema, y un toque bohemio en Barrio Italia.