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Dunedin costero y la salvaje península de Otago

Después de varias horas conduciendo de noche desde los lagos del interior llegamos al pequeño pueblo costero de Dunedin donde teníamos pensado pernoctar. Elegí como alojamiento un modesto bed&breakfast en la más famosa calle de Nueva Zelanda, Baldwin Street, que tiene el reconocimiento Guiness de los Récords como la calle más empinada del mundo (19º de desnivel en su máximo). La calle es curiosa pero tampoco me sorprendió demasiado sobre todo habiendo visitado San Francisco con anterioridad, donde gran parte de las calles tienen un desnivel parecido. Tampoco hay problema en recorrerla con un coche ya que el grado de desnivel es inferior a los puertos de montaña en España.

Baldwin Street
Baldwin Street

De todas formas, las fotos no hacen justicia al grado de inclinación de la calle porque es muy difícil tomar una imagen en perspectiva.

Dunedin en sí no tiene mucho interés turístico. Además de la famosa calle, podría destacar la casa histórica de Olveston, construida en su día para el empresario de Dunedin, David Theomin, su mujer y ambos hijos. Es una especie de mansión – cápsula en el tiempo donde puedes retroceder a principios del SXX de cómo vivía esta distinguida familia neozelandesa. Construida en 1906, la última heredera viva, falleció en 1966, abriéndose como casa-museo en 1967. Ofrece tours guiados. https://www.olveston.co.nz/

Entrada a Olveston
Olveston

Entiendo en esta parte del mundo que una casa de estas características, cuidadosamente decorada y amueblada al más puro estilo europeo de primera clase pueda ser de interés general. Es comprensible teniendo en cuenta la escasa existencia de una gran historia prolongada en el tiempo, sin castillos, sin nobleza, sin acceso a los oficios más sofisticados que han predominada en oriente y occidente en los dos últimos milenios. Entiendo que el valor de la visita de esta casa para viajeros europeos es poder sumergirte en la Nueva Zelanda de primera mitad de SXX y poco más.

Dunedin

PENÍNSULA DE OTAGO

Si no dispones de mucho tiempo en tu recorrido por Nueva Zelanda, lo que sí merece al menos un día es la península de Otago, que era realmente lo que justificaba un desvío importante desde los lagos para luego volver a subir a Queenstown.

Otago es una pequeña península que se encuentra justo al sur de Dunedin y tardas aproximadamente 45 minutos de recorrido en coche desde el pueblo hasta el punto límite de la península. Este tipo de orografía hace que sea propenso una riqueza extraordinaria de vida de fauna y flora, especialmente fauna marítima y aves que necesiten hacer una parada técnica en tierra. Lo que hace especial a este saliente es que es uno de los primeros puntos cómodos de tierra para estos tipos de animales migratorios, que suelen moverse de zonas del Océano Antártico y Pacífico Sur al sur de Nueva Zelanda. Si os fijáis en un mapa de Nueva Zelanda, las penínsulas de Otago y Akaroa son ciertamente las más propensas para observar este tipo de vida animal. Se tiene que visitar al menos una de las dos. Akaroa es más grande por lo que necesitarías entre uno y dos días para visitarlo.

La Península de Otago

Volviendo a Otago, la península tiene dos partes diferenciadas, la que da al Océano, y por tanto, más salvaje y con mayor naturaleza, y la que da al interior, de extraordinaria belleza y donde realizas el recorrido en coche. A continuación, indico nuestras paradas que fueron las recomendaciones que nos dieron en el B&B y el visitor centre:

Tunnel Beach

Este precioso enclave se encuentra a la entrada de la península. Desde el parking se baja en 20-30 minutos un camino muy colorido que va adentrándose poco a poco en una zona acantilada hasta llegar a una especie de túnel que desemboca en una playa. Se cuenta que un padre de familia decidió hacer un túnel para que sus hijas pudieran disfrutar de una playa privada.

Un colorido paisaje
El famoso túnel

Una vez cruzado el túnel nos llevamos una increíble sorpresa al estar un lobo marino mimetizado sobre un conjunto de rocas que había que cruzar para desembocar en la parte arenosa de la playa. Al estar el animal en medio no pudimos ni nos atrevimos a sortearlo ya que impresionaban sus dimensiones y temíamos su rapidez de movimientos en caso de verse amenazado. Si bien hemos aprendido de todos nuestros viajes y el contacto con la naturaleza, si dejas tranquilo a los animales por lo general no te harán nada (véase en “Acampada en el Parque Nacional del Chobe”).

Tunnel Beach
Lobo Marino
Lobo Marino en Tunnel Beach

Saint Clair Beach

Muy cerquita de Tunnel Beach, nuestra próxima parada fue el pueblo costero de Saint Clair. Llama la atención la playa alargada que pudimos recorrer y tuvimos también la suerte de divisar algunos lobos marinos que campaban a sus anchas en la playa y en el mar. El único “pero” era la climatología propia del invierno y un viento desagradable. Aun así es una parada recomendable en el recorrido por la Península de Otago.

Saint Clair Beach
Un lobo marino nadando tranquilamente sobre el oleaje
Saint Clair Beach
Cuidado con los tiburones

Glenfalloch Woollen Gardens

Podría decir que es la parada ideal para almorzar o hidratarse en el recorrido. Bien entrada en la península, el Glenfalloch Woollen Gardens ofrece un paraje único. Sus orígenes se remontan a finales de SXIX abriéndose por primera vez al público en 1956. Tiene un jardín muy variado y colorido, con gran variedad de plantas donde se pueden apreciar con distintos matices dependiendo la época del año (es un poco mezcla de variedades inglesas y otras más autóctonas neozelandesas). Aunque resalta su colorido especialmente en primavera, es también impresionante en cualquier época del año.

Glenfalloch gardens
Glenfalloch Gardens

Nosotros aprovechamos para hacer un alto en el camino, disfrutar de un pequeño paseo por los jardines y comer una sorprendente comida casera en el restaurante.

Penguin Place

A medida que te acercas más al punto final del recorrido, te das cuenta de que es casi imposible de ver ciertos animales por tu propia cuenta. Se ha restringido el acceso por tu cuenta a grandes áreas de la península donde te obligan a contratar un costoso tour para intentar tener acceso a zonas más vírgenes.

Hay varias opciones y son todas caras. Esgrimen que no solo pagas por los costes del tour sino que también ayudas a la preservación y protección de ciertos animales que actualmente se encuentran en peligro de extinción. Tampoco tienes muchas alternativas y la causa parece razonable.

Nos decantamos por hacer una excursión en este lugar (Penguin Place). Hay numerosas especies de pingüinos pero los más famosos, al menos, en esa parte del mundo, son el pingüino azul (más pequeños y numerosos), el emperador (el más alto y que aunque vive en la Antártida se han visto alguno que otro en las inmediaciones de las islas al sur de Nueva Zelanda) y el pingüino de ojos amarillos (como un niño de alto y todo un símbolo de Nueva Zelanda, actualmente en peligro de extinción).

Se puede ver en esta imagen el tamaño de los tres pingüinos
En el propio billete de 5 dólares NZ se puede ver
un ejemplar de pingüno amarillo

El objetivo del tour de Penguin Place (unos 40 EUR por dos horas) era intentar divisar al menos un ejemplar del pingüino de ojos amarillos, que a diferencia de otros pingüinos son solitarios. Normalmente, los pingüinos llegan al atardecer a la playa y se adentran en tierra firme para echar un vistazo a su nido o a sus huevos (va a depender la frecuencia de volver a tierra dependiendo de la época del año, y de otros factores como el apareamiento o la cría de recién nacidos).

Lugar de hábitat de los pingüinos de ojos amarillos
Los ciclos de los pingüinos de ojos amarillos

El tour comenzó con una charla donde nos pusieron en contexto sobre la situación y vida de los pingüinos de ojos amarillos. Posteriormente, nos llevaron en un mini bus a la otra parte de la península, la que daba al océano. De allí nos llevaron por un sendero con vistas al océano y a una playa virgen “Pipikaretu Beach” donde pudimos ver a pingüinos azules refugiados en pequeñas estructuras de maderas, a una buena cantidad de lobos marinos descansando en un prado. Tuvimos la suerte incluso de ver a dos ejemplares adultos interactuando por algún motivo (no estoy seguro si estaban jugando o aclarando alguna disputa territorial o romántica).

Pipikaretu Beach
Pipikaretu Beach
Lobos Marinos interactuando

Lobo Marino

Finalmente, recorrimos unas especies de trincheras cuidadosamente creadas para acercarse a la playa sin alertar ni molestar a las especies autóctonas. Una vez allí, apareció a lo lejos un ejemplar de pingüino de ojos amarillos, que desembarcó en la playa y empezó a hacer el recorrido a su nido. Fue un auténtico espectáculo de la naturaleza poderle ver a tan poca distancia sin ser visto ni intuido por el ejemplar. Una vez terminado su recorrido pudimos ver hasta dos ejemplares más llegar a la playa pero esta vez se quedaron allí por lo que tuvimos que conformarnos con verlos de lejos.

Pingüino de ojos amarillos
Pingüino ojos amarillos II
Pingüino llegando a la orilla
Mini pingüino azul
Las trincheras

Si tuviera que elegir solo un punto en la Península de Otago, el tour en Penguin Place te ofrece un poco de todo – naturaleza propia de la zona, playas vírgenes, avistamiento de aves, pingüinos azules, de ojos amarillos y lobos marinos, más una charla guiada donde te ponen en contexto y te explican algo más allá de lo que puedes encontrarte en las guías de viaje.

Pilots Beach

Continuamos nuestro recorrido hacia Pilots Beach donde según tenía entendido también podías divisar pingüinos y otras especies de animales. Estaba atardeciendo y como otras zonas de la península su acceso estaba restringido. Nos tuvimos que conformar con ver la playa a lo lejos, desde un parking habilitado. No vimos pingüinos esta vez aunque sí había un lobo marino varado en la playa.

Pilots Beach
¡Cuidado! Pingüinos cruzando

Royal Albatross Centre

Este es el punto y final del recorrido. Un lugar donde te hacen adentrarte un poco en el mundo de los albatros. Un ave marina gigantesca donde sus alas pueden alcanzar una envergadura superior a 3 metros. El centro ya estaba cerrado cuando llegamos, y en el tour pudimos ver alguno muy a lo lejos. Si te mueres de ganas de ver estas aves había tours en barco donde te adentrabas un poco en el océano y podías verlas más de cerca.

Royal Albatross Centre
Otro de los tours para ver los pingüinos azules – mucho más fáciles de ver que los amarillos
Llama la atención la agresividad de las gaviotas

Lo que sí pudimos ver fueron cientos de gaviotas concentradas en este punto. No fue una experiencia agradable debido al ruido y a la agresividad de las mismas. Poco más hicimos aquí y emprendimos el viaje de vuelta por la misma carretera. Disfrutamos de un atardecer impresionante sobre la bahía de Otago – Dunedin y continuamos la marcha para llegar a dormir a Queenstown.