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Amanecer en el Salar de Uyuni: el espejo infinito de Bolivia

Dormimos en el Hotel de Sal Cruz Andina, a escasos kilómetros del borde del salar. Aquella noche, el aire frío se filtraba por las rendijas y el cielo parecía una bóveda de diamantes. Sabíamos que el día siguiente sería uno de los más esperados de todo el viaje: el amanecer en el Salar de Uyuni, el desierto blanco más grande del planeta y uno de los paisajes más impresionantes de Sudamérica.

Un mar blanco de sal

Nos levantamos antes de las cinco de la mañana. Afuera, la oscuridad era total y el termómetro marcaba varios grados bajo cero. Subimos al 4×4 con las linternas encendidas y emprendimos la marcha por la superficie del salar. No hay caminos ni carreteras: los todoterrenos avanzan a campo abierto, sin caminos visibles ni referencias, guiados únicamente por la experiencia del conductor. La sensación es inquietante y fascinante a la vez; en plena noche, todo parece igual en todas direcciones, y perderte aquí sería extremadamente fácil.

Primera imagen de Uyuni todavía de madrugada
No hay carreteras en Uyuni

Como he comentado anteriormente, tuvimos el error de no venir bien preparados para el frío e improvisamos poniéndonos capas encima con la ropa ligera que nos habíamos traído al viaje. Justo la noche anterior, el termómetro había bajado a 15-20 bajo cero y nos agobiamos un poco pensando en dichas condiciones extremas sin estar adecuadamente vestidos. Por suerte, la temperatura no bajo tanto esa noche y pudimos sortear el frío con lo puesto. Una vez amanecido, la temperatura iba incrementando gradualmente con el paso de las horas.

El Salar de Uyuni: la maravilla del mundo de Bolivia

Hay lugares que parecen no pertenecer a este planeta, y uno de ellos es el Salar de Uyuni, en el altiplano sur de Bolivia. Con más de 10.500 kilómetros cuadrados de extensión, es el desierto de sal más grande del mundo, y también uno de los más hipnóticos. Desde el amanecer hasta la noche estrellada, todo en este paisaje parece una ilusión óptica: un horizonte sin fin, un cielo que se refleja bajo tus pies y un silencio tan profundo que se escucha el propio latido del corazón.

Amanecer en Uyuni

Visitarlo no es solo una excursión; es una experiencia casi espiritual. Aquí, la naturaleza se expresa con una pureza que desconcierta y emociona a partes iguales.

El amanecer sobre la Isla Incahuasi

Llegamos justo a tiempo al amanecer en la Isla Incahuasi, un islote rocoso que emerge en medio del salar y que, con sus cactus gigantes de hasta 10 metros, parece un oasis perdido en un mar blanco. Subimos por el sendero de piedra mientras los primeros rayos de sol teñían de rosa las salinas. Desde la cima, el horizonte se abría infinito: un manto blanco que reflejaba el cielo en todas direcciones, sin una sola curva, sin una sola sombra.

Amaneciendo en la Isla Incahuasi

El frío, aun no siendo extremo, cortaba la respiración, pero el espectáculo era sobrecogedor. En silencio, observamos cómo el sol se alzaba sobre la planicie y el salar comenzaba a brillar como una superficie de cristal. La sensación era la de estar flotando entre el cielo y la tierra. Durante unos minutos todo parecía detenido. Solo el viento rompía el silencio.

Isla Incahuasi con algo más de detalle

La Isla Incahuasi, significa en quechua “la casa del Inca”. Desde lejos parece una pequeña mancha marrón sobre la superficie salina, pero al acercarse se revela como un auténtico oasis de vida en el corazón del desierto.

Entrada a Isla Incahuasi

Un origen volcánico

La Isla Incahuasi es, en realidad, el resto de un antiguo volcán submarino. Hace miles de años, cuando el salar aún estaba cubierto por un gran lago prehistórico, esta elevación era uno de los islotes que sobresalían de las aguas. Con la evaporación del lago y la formación de la costra de sal, la isla quedó aislada en medio de la llanura blanca, convertida en una ventana al pasado geológico del altiplano.

Sus rocas de caliza coralina están llenas de fósiles de algas y microorganismos marinos, prueba tangible de que todo este lugar fue alguna vez un fondo de lago. Caminar sobre Incahuasi es, literalmente, caminar sobre los restos petrificados de un mar desaparecido

El reino de los cactus gigantes

La vegetación de la isla está dominada por el cactus gigante del género Trichocereus (hoy Echinopsis atacamensis), una especie endémica del altiplano andino.
Estos cactus pueden alcanzar más de 10 metros de altura y algunos ejemplares superan los 1.200 años de vida. Crecen extremadamente despacio —apenas un centímetro por año— y se alimentan de la humedad que condensa el aire frío del amanecer.

Cáctus gigantes

Su madera es tan ligera y resistente que durante siglos fue utilizada por los pobladores locales para fabricar casas, muebles, marcos y artesanías. Hoy está prohibido cortarlos, pero aún pueden verse construcciones antiguas con columnas de cactus secos.

Entre los cactus también crecen bromelias andinas y líquenes, y es posible observar pequeñas aves que anidan en las grietas, así como vizcachas que corretean entre las rocas buscando refugio del sol.

Subir a la cima: la mejor vista del Salar de Uyuni

Desde el punto de acceso —donde se paga una entrada simbólica que ayuda a mantener el lugar— parte un sendero circular de unos 1,5 km que asciende hasta la cima de la isla. La caminata no es larga, pero la altitud (más de 3.650 metros) se nota, y conviene ir despacio.

A medida que se sube, los cactus se vuelven más altos y las vistas más impresionantes. Desde el mirador superior, la panorámica es indescriptible: una planicie blanca que se extiende hasta el horizonte en todas direcciones, con montañas azuladas en la distancia. En los días despejados, el cielo parece fundirse con la sal, y el contraste entre el azul y el blanco crea un efecto visual casi hipnótico.

Un amanecer espectacular

Durante el amanecer o el atardecer, la luz cambia cada minuto: los tonos cálidos del sol iluminan los cactus y proyectan sombras alargadas sobre la sal. Muchos viajeros coinciden en que ver el amanecer desde la cima de Incahuasi, como hicimos nosotros, es una de las experiencias más sobrecogedoras de toda Sudamérica.

Ecos del pasado inca y la presencia humana

Aunque no existen ruinas arqueológicas en la isla, los pueblos andinos siempre la consideraron un lugar sagrado, una especie de mirador natural desde el que los dioses observaban el salar. De ahí su nombre: Inkawasi, “la casa del Inca”.

Los guías locales cuentan que antiguamente los pastores aymaras la utilizaban como punto de orientación y descanso durante las travesías. Incluso hoy, los choferes de los 4×4 se guían con referencias visuales hacia Incahuasi, pues en el salar es fácil perder la noción de dirección.

El lugar está gestionado por comunidades locales, que regulan el acceso y mantienen la limpieza del entorno. También hay baños ecológicos y un pequeño refugio con sombra, donde los visitantes pueden tomar un mate de coca antes o después de la subida.

Consejos para visitar la Isla Incahuasi

  • Entrada: cuesta unos pocos bolivianos (en efectivo). El dinero se destina al mantenimiento del sitio y a las comunidades locales.
  • Horario: suele abrir desde el amanecer hasta el atardecer, aunque muchos tours llegan antes del alba para ver salir el sol.
  • Duración de la visita: entre 45 minutos y 1 hora y media, dependiendo del ritmo y del tiempo de fotografía.
  • Altitud: 3.656 m s. n. m.; se recomienda aclimatarse y no realizar esfuerzos bruscos.
  • Época ideal: en la temporada seca (mayo–octubre), cuando los vehículos pueden acceder fácilmente.
  • Época de lluvias: la isla queda rodeada por el efecto espejo, y su reflejo es una de las imágenes más fotogénicas del salar, aunque el acceso puede estar restringido.
  • Recomendaciones: protector solar, gorro, agua y calzado cómodo con suela antideslizante (las rocas pueden estar húmedas o resbaladizas).
Unas convenientes mesas de sal a las afueras de la isla

Otras islas y formaciones dentro del Salar de Uyuni

Aunque la Isla Incahuasi es la más conocida por su belleza y facilidad de acceso, el Salar de Uyuni alberga decenas de islas y montículos rocosos que emergen del mar blanco de sal (unas 30). Todas ellas son restos fósiles de antiguos volcanes y arrecifes que quedaron al descubierto cuando los lagos prehistóricos Minchin y Tauca se evaporaron hace miles de años.

Se pueden ver otras islas de Incahuasi

Isla del Pescado (Isla del Pescado o Isla del Pescado – Inkawasi II)

Es una de las más cercanas a Incahuasi y recibe su nombre porque, vista desde el aire, tiene forma de pez. Posee una composición geológica muy similar: roca volcánica y caliza con fósiles marinos. También está cubierta de cactus gigantes, aunque es menos visitada por encontrarse un poco más lejos de la ruta principal. Algunos tours privados la incluyen cuando el nivel del agua es bajo, y ofrece una vista más tranquila y menos concurrida del salar.

Mapa de Uyuni y las islas

Isla Pia Pia y otras formaciones menores

Existen pequeñas elevaciones como la Isla Pia Pia, la Isla Cujiri y la Isla de los Pescadores Viejos, que apenas sobresalen unos metros del nivel de la sal. Muchas están completamente deshabitadas y sirven de refugio para aves migratorias durante la temporada de lluvias.

En temporada seca, los guías locales pueden reconocerlas por la ligera variación del color en el horizonte: una sombra gris o marrón que rompe el blanco uniforme. Desde lejos parecen espejismos, pero al acercarte descubres que son auténticos islotes de roca coralina y restos volcánicos.

Diferencias con Incahuasi

La gran diferencia es que solo Incahuasi está preparada para recibir visitantes: tiene senderos marcados, servicios básicos y control comunitario.
Las demás islas permanecen prácticamente vírgenes, sin infraestructura y con acceso restringido o esporádico, lo que las convierte en espacios de alto valor ecológico.

Curiosidad geológica

Todas estas islas comparten un origen común. Cuando el salar estaba cubierto por el antiguo lago Minchin, eran puntos elevados del fondo lacustre. Con el tiempo, las corrientes y el agua depositaron capas de carbonato de calcio y restos biológicos que se transformaron en roca coralina, la misma que hoy se puede observar en Incahuasi.

Por eso, al caminar por cualquiera de ellas, es posible encontrar fósiles marinos y estructuras porosas que parecen esponjas de piedra: son restos de corales fosilizados que datan de más de 40.000 años.

Un poco de ciencia: cómo se formó el salar

El Salar de Uyuni es un legado de un antiguo mar interior. Hace unos 40.000 años, toda esta región estaba cubierta por lagos gigantescos —el Lago Minchin y el Lago Tauca— que con el paso del tiempo se evaporaron dejando tras de sí un vasto depósito de sal, arcilla y minerales, de más de 10.000 km².

Una vasta llanura de sal

Hoy, esa costra salina alcanza hasta 10 metros de espesor en algunos puntos y contiene una de las mayores reservas de litio del planeta, un mineral fundamental para las baterías modernas, además de sodio, potasio y magnesio.

Su extensión es tan perfectamente plana que los ingenieros de la NASA la utilizan para calibrar los satélites de observación terrestre. El contraste entre la pureza del blanco y el azul del cielo crea un paisaje que desafía la percepción y las leyes de la óptica. Y, aunque la vista engañe, bajo esa capa dura y seca hay zonas húmedas y lagunas subterráneas que cambian el paisaje con las lluvias.

Puede llegar a tener una profundidad de 120 metros a lo largo de 10 capas distintas de sal.

El efecto espejo: un fenómeno natural único

Durante la temporada de lluvias (de diciembre a marzo), una fina capa de agua cubre el salar, transformándolo en un espejo natural que refleja el cielo con una precisión asombrosa. En esos meses, el Salar de Uyuni se convierte en un espectáculo de simetría y luz, donde el cielo y la tierra parecen fundirse en una sola superficie.

No era la temporada de efecto espejo perfecto y había que ir adrede a buscar alguna parte con agua

El fenómeno se produce porque el agua queda atrapada sobre la sal sin filtrarse, creando un reflejo perfecto. Al amanecer y al atardecer, el efecto es aún más intenso, y los fotógrafos de todo el mundo viajan hasta aquí solo para capturar ese instante en el que el mundo parece al revés.

En la época seca (de mayo a noviembre), el salar muestra otra cara: la superficie se endurece, las grietas dibujan hexágonos naturales y el terreno se vuelve transitable para los 4×4. No hay reflejos, pero sí un paisaje geométrico y minimalista, de una belleza silenciosa.

Se hacen patentes los hexágonos naturales en época seca

Aunque fuimos en época seca, nos acercamos a una pequeña zona donde aún quedaba algo de agua. En ese punto, el reflejo del cielo era tan nítido que el horizonte desaparecía. Era como mirar un segundo cielo bajo los pies.

Los reflejos

La magia de la perspectiva: jugando con la inmensidad

Tras el amanecer, el guía nos llevó a una zona completamente llana donde pudimos jugar con las perspectivas. En el salar, el horizonte se pierde y los puntos de referencia desaparecen, lo que permite crear ilusiones ópticas únicas, ya que el ojo humano no percibe la profundidad.

Escorpión gigante

Sacamos las cámaras y comenzó la diversión: un dinosaurio de juguete devorando a los viajeros, una persona saliendo de un bote de Mr Crispy, otros “pisando” a sus compañeros o “sujetando” el sol con una mano. Las fotos y vídeos que salieron de allí son de esos recuerdos imposibles de olvidar, donde el humor y la naturaleza se mezclan en un escenario completamente surrealista.

Dino
Mr Crispy
Subido en un dinosaurio
Un beso en perspectiva
Haciendo equilibrio
El making off

Los guías colaboran para conseguir las mejores tomas, combinando humor y creatividad. Es un recordatorio de que, en este paisaje, donde todo es ilusión y simetría, el límite lo pone la imaginación.

Fauna y flora: vida en condiciones extremas

Aunque pueda parecer un entorno muerto, el Salar de Uyuni alberga una sorprendente diversidad biológica. Durante el verano, las lagunas adyacentes sirven de refugio a tres especies de flamencos: el andino, el chileno y el de James (alguno de estos ya los vimos en Laguna Colorada o Laguna Vinto). Estas aves se alimentan de los microorganismos que crecen en las aguas salinas, tiñendo sus plumas de rosa intenso.

En las orillas y zonas más altas es posible encontrar vizcachas, y zorros andinos. La vegetación es escasa, pero resistente: destacan los cactus columnares de Incahuasi, las bromelias andinas y los cojines de yareta, la mencionada planta milenaria capaz de sobrevivir a más de 4.000 metros de altitud.

La extracción de sal y la vida local

En las zonas cercanas al salar, especialmente en Colchani, los habitantes se dedican a la extracción artesanal de sal. Los trabajadores cortan bloques, los apilan en pequeños montículos para que se sequen al sol y los trasladan a las cooperativas donde se procesan y empaquetan.

El método apenas ha cambiado en siglos. Los montículos cónicos que se ven a lo lejos son parte del paisaje icónico del salar, junto con los camiones que parecen flotar sobre la superficie.

La Plaza de las Banderas y el Monumento al Dakar

Continuamos la ruta en dirección a Uyuni y paramos en la Plaza de las Banderas, un espacio simbólico donde viajeros de todo el mundo dejan la bandera de su país como testimonio de su paso. El viento hacía ondear los colores de decenas de naciones, un recordatorio de lo lejos que estábamos de casa y de lo universal que resulta la fascinación por este lugar.

La Plaza de las Banderas

Justo al lado se encuentra el Monumento al Dakar, un bloque de sal tallado con el logotipo de la famosa carrera, que durante varios años cruzó el salar. Allí también hay una pequeña tienda de sal donde se pueden comprar artesanías, bebidas calientes e incluso comer algo.

Uno de los monumentos al Dakar con una local en la parte de atrás
Monumento al Dakar
La tienda restaurante de sal

Colchani y el cementerio de trenes de Uyuni

Antes de llegar a Uyuni hicimos una última parada en el pequeño pueblo de Colchani, donde funciona un mercadillo de artesanías y productos locales. Los habitantes viven principalmente del turismo y, como hemos comentado, de la extracción artesanal de sal. En los puestos se pueden encontrar desde figuras talladas en sal hasta tejidos de alpaca y pequeñas lámparas que brillan con la luz cálida del desierto.

Puestos ambulantes en Colchani

El broche final del día fue la visita al cementerio de trenes de Uyuni, un lugar que mezcla melancolía y belleza. Allí reposan las antiguas locomotoras que transportaban minerales a principios del siglo XX, cuando Uyuni era un importante punto ferroviario. Hoy, sus estructuras oxidadas se han convertido en un museo al aire libre, un símbolo del paso del tiempo y de la historia minera de Bolivia.

Cementerio de trenes

Entre los vagones cubiertos de grafitis, los viajeros posan, caminan o simplemente observan cómo el atardecer tiñe el metal de tonos dorados. Es un lugar extraño, casi poético, que resume bien la dualidad del altiplano: la dureza del entorno y la fuerza de quienes lo habitan.

Hay artistas que han creado objetos artísticos de la chatarra sobrante

Consejos prácticos para visitar el Salar de Uyuni

  • Mejor época para el efecto espejo: de diciembre a marzo, durante la temporada de lluvias.
  • Época seca: de abril a octubre; ideal para recorrer el salar en 4×4 y visitar las islas.
  • Altitud: unos 3.650 metros sobre el nivel del mar.
  • Qué llevar: gafas de sol, protector solar, gorro, abrigo, agua y calzado cómodo.
  • Duración del tour: desde excursiones de un día hasta circuitos de tres o cuatro días que incluyen las lagunas del altiplano.
  • Fotografía: el amanecer y el atardecer ofrecen las mejores luces; lleva batería extra y protección para la cámara.
  • Respeto ambiental: no dejes basura y evita romper la superficie salina con el vehículo.

Preguntas frecuentes sobre el Salar de Uyuni

¿Cuándo es mejor visitar el Salar de Uyuni?
Si buscas el efecto espejo, entre diciembre y marzo. Para recorrerlo en vehículo y acceder a las islas, entre mayo y octubre.

¿Dónde dormir cerca del salar?
Existen hoteles de sal como el Cruz Andina (el que nos alojamos) o el Luna Salada, construidos íntegramente con bloques de sal.

¿Cuánto cuesta una excursión?
Depende de la duración y el tipo de tour (privado o compartido), pero la mayoría parte desde Uyuni.

Nuestro guía privado

¿Cómo se formó el salar?
Se originó tras la evaporación de antiguos lagos prehistóricos, dejando una capa de sal de más de 10.000 km².

¿Qué animales viven en el salar?
Flamencos andinos, vizcachas, zorros del altiplano y aves migratorias.

¿Dónde está la Isla Incahuasi?
En el corazón del salar, accesible solo en época seca.

¿Qué hay en el Cementerio de Trenes?
Locomotoras y vagones abandonados de principios del siglo XX, hoy convertidos en atracción turística.

De otra perspectiva

¿Se puede visitar sin guía?
No se recomienda. Es fácil perder la orientación y hay zonas intransitables.

¿Por qué brilla tanto la superficie?
Porque está compuesta casi íntegramente de cristales de sal que reflejan la luz solar.

¿Qué simboliza la Plaza de las Banderas?
La unión de viajeros de todo el mundo en el punto más icónico de Bolivia.

Uyuni: la puerta al desierto blanco de Bolivia

Después de recorrer los paisajes surrealistas del altiplano, llegar a Uyuni se siente como un regreso al mundo habitable. Este pequeño pueblo, ubicado a 3.670 metros sobre el nivel del mar en el suroeste de Bolivia, es el punto de partida para explorar el salar más grande del planeta. Pero Uyuni es mucho más que una base para los tours: es una localidad con historia, carácter y una atmósfera que mezcla polvo, tradición y aventura.

Alguna locomotora como signo del pasado ferroviario del pueblo
Uyuni

Un pasado ferroviario y minero

Uyuni nació a finales del siglo XIX como un pueblo ferroviario. Durante la época del auge minero, fue un punto clave para el transporte de minerales —estaño, plata y zinc— desde las minas del altiplano hacia los puertos del Pacífico. La construcción del Ferrocarril Antofagasta–Oruro transformó el lugar en un importante nudo logístico y atrajo a trabajadores de todo el país.

Entran en vigencia en los años 80 y 90, y sirven para transportar material y herramientas de trabajo

En aquella época, Uyuni era símbolo de progreso y movimiento. Los trenes llegaban cargados de minerales y salían repletos de suministros, maquinaria y sueños de prosperidad. Pero con el declive de la minería en el siglo XX, el tráfico ferroviario disminuyó y muchos trenes quedaron abandonados. Hoy, esos restos oxidados conforman el famoso Cementerio de Trenes, una de las imágenes más emblemáticas del pueblo y parada imprescindible en cualquier ruta.

El Uyuni actual: entre lo tradicional y lo turístico

Hoy, Uyuni es una localidad pequeña pero vibrante, donde conviven los habitantes aymaras y quechuas con mochileros y viajeros de todo el mundo. Sus calles son de tierra, el viento arrastra polvo salino y las fachadas coloridas contrastan con el cielo límpido del altiplano.

Uyuni
Mural del que parece ser Evo Morales, descendiente Aymara

El pueblo vive principalmente del turismo: hay agencias de viaje en cada esquina ofreciendo tours al salar, hoteles construidos con bloques de sal, y pequeños restaurantes que sirven platos típicos como la trucha andina, el llama steak o la sopa de quinoa.

El curioso monumento a Thunupa, deidad aymara que lleva el nombre del volcán donde se encuentra el salar de Uyuni. Tiene una cruz andina, una corona que nos muestra que es la reina del salar. Está con las manos y brazos abiertos dando la bienvenida a los turistas.

En la plaza Arce, el corazón de Uyuni, ondea la bandera boliviana junto a la wiphala, símbolo de los pueblos originarios. A su alrededor se concentran la iglesia principal, el mercado central y las oficinas de turismo. Por la mañana, el aroma a pan recién hecho se mezcla con el ruido de los jeeps que parten hacia el salar; por la tarde, los viajeros regresan cubiertos de sal, compartiendo historias y fotografías.

Una de las calles principales
La torre del reloj

Hay que tener mucho cuidado con el desgaste que produce la sal con los objetos que lleves encima. Al usar gafas de ver, las llevaba puestas durante la jornada de Uyuni, y ello hizo que la sal corroyera parte de la montura, perjudicando seriamente las gafas. La sal es un gran destructor de objetos por lo que es importante tener guardados los objetos de valor o aquellos que puedan sufrir por la exposición a este mineral.

Vida local y mercados

En el mercado de Uyuni, las vendedoras andinas ofrecen frutas, pan, quinoa, tejidos de lana de alpaca y hojas de coca. Es un buen lugar para probar jugos naturales, empanadas salteñas o comprar souvenirs artesanales. Los sábados, el mercado se llena de vida: campesinos de las comunidades cercanas bajan al pueblo para intercambiar productos o vender a los turistas.

Vida local en Uyuni
Las locales con sus típiucas vestimentas de los Andes
Mercado local

A pocos metros, las tiendas de sal exhiben lámparas, figuras y cuadros tallados en bloques del propio salar. Son recuerdos únicos, ligeros y luminosos, que condensan la esencia del lugar.

Cómo llegar a Uyuni

  • Desde La Paz: vuelos diarios (1 hora) o autobuses nocturnos (10-12 horas).
  • Desde Sucre o Potosí: autobuses regulares por carretera asfaltada (6-8 horas).
  • Desde Chile: tours o transfers directos desde San Pedro de Atacama (3 días aprox.), atravesando el altiplano (como hicimos nosotros).
  • Desde Argentina: paso fronterizo por Villazón (frontera con La Quiaca) y conexión por tren o bus.

El Aeropuerto Joya Andina de Uyuni recibe vuelos nacionales y algunos chárter internacionales. La terminal de autobuses conecta con las principales ciudades del país y con rutas hacia el sur.

Dónde dormir y qué comer

Uyuni ofrece una amplia variedad de alojamientos, desde hostales económicos hasta hoteles construidos íntegramente con bloques de sal. Algunos de los más populares son Hotel de Sal Luna Salada, Palacio de Sal, Cruz Andina y Hotel Casa de Sal (del que hablo más adelante), ubicados a pocos kilómetros del salar.

El modesto pueblo de Uyuni al atardecer

La gastronomía local combina tradición andina y toques internacionales. Se pueden probar platos como:

  • Sopa de quinoa real, nutritiva y reconfortante.
  • Llama a la plancha, una carne magra y suave.
  • Empanadas salteñas, perfectas para el desayuno.
  • Trucha andina, fresca y sabrosa, servida con arroz o papas.

En los últimos años han aparecido cafeterías modernas con WiFi y panaderías artesanales, que contrastan con la esencia rústica del pueblo.

Uyuni de noche: silencio, estrellas y viento

Cuando cae el sol, Uyuni se apaga pronto. El frío se intensifica y el viento sopla fuerte. Sin embargo, basta alejarse unos minutos del centro para contemplar uno de los cielos más limpios del continente. Aquí se sigue el mismo patrón que Atacama: poca contaminación lumínica, sin nubes y una altitud elevada que permite disfrutar de grandes cielos estrellados.
En noches despejadas, la Vía Láctea se dibuja sobre el salar y las estrellas parecen tan cercanas que uno siente que podría tocarlas. Es el cierre perfecto de un viaje que une la soledad, la inmensidad y la belleza pura del altiplano boliviano.

Uyuni en resumen

AspectoDetalle
Altitud3.670 m s. n. m.
PoblaciónAproximadamente 30.000 habitantes
Fundación1889, durante la expansión ferroviaria
ClimaSeco y frío; temperatura media anual 7 °C
Principal actividad económicaTurismo y extracción de sal
Atractivos cercanosSalar de Uyuni, Isla Incahuasi, Cementerio de Trenes, Colchani
Duración recomendada de estancia1–2 noches antes o después del tour

Noche en el Hotel Casa de Sal: dormir dentro del salar

Finalmente recalamos en Hotel Casa de Sal, un alojamiento que combina comodidad moderna con la esencia tradicional del altiplano. El edificio, como su nombre indica, está construido casi íntegramente con bloques de sal extraídos del propio salar: las paredes, los techos e incluso parte del mobiliario están hechos de este material cristalino. La sensación al entrar es única; el ambiente es silencioso y fresco, con un aroma leve a mineral y una luz cálida que rebota sobre las superficies blancas.

Casa de sal
Habitaciones de sal
Figuras bolivianas hechas con sal

A diferencia de los refugios más básicos del altiplano, el Casa de Sal ofrece habitaciones amplias, baño privado, agua caliente y una decoración acogedora con tejidos locales, lámparas de sal y detalles artesanales. Por la noche, el viento del altiplano soplaba con fuerza fuera, pero el interior era un refugio de calma. También disfrutamos de un baño en el jacuzzi que ofrece el hotel y del que ciertamente es muy recomendable después de 3 arduos días por el desierto de Bolivia. Cenamos platos típicos bolivianos —sopa de quinoa, carne de llama y mate de coca— antes de acostarnos.

Hamburguesa de carne de llama
Sopa vegetal con quinoa

Dormir en un hotel construido en sal es una experiencia en sí misma: sientes que el propio salar te envuelve, que la quietud y el silencio del desierto se filtran por las paredes y te acompañan hasta el sueño.

Despidiéndome de Uyuni