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Segundo día en Baréin: desierto, historia y noche vibrante en Manamá

Tras una primera jornada llena de cultura y contrastes urbanos, el segundo día en Baréin nos llevó desde la velocidad del desierto hasta las huellas del comercio de perlas, cerrando con una noche de sabores eclécticos en los rincones más modernos de la capital.

Por la mañana: adrenalina en el desierto

Nos levantamos temprano y, tras un desayuno ligero, pusimos rumbo hacia el Circuito Internacional de Baréin, situado en medio del desierto, a unos 30 minutos en coche desde Manamá. Este circuito alberga el Gran Premio de Fórmula 1 desde 2004 y es todo un templo para los amantes del motor.

Pero no fuimos a ver carreras, sino a “competir” nosotros mismos en su espectacular instalación de karts profesionales. El circuito de karts, homologado por la FIA, cuenta con iluminación nocturna, sistemas de cronometraje digital y karts de alta gama que pueden alcanzar velocidades de hasta 80 km/h. La pista es técnica, con curvas cerradas y rectas suficientes como para sentir la emoción de la velocidad real. Ideal tanto para aficionados como para pilotos amateur.

Cada sesión es bastante corta (de unos 15 minutos). La primera sesión la realicé en un kart de dos plazas teniendo a mi madre como copiloto. Si bien fue una buena experiencia, al ser el bólido más grande, no pudimos alcanzar grandes velocidades. La segunda sesión (ya en un kart más pequeño e individual) pude alcanzar mis mejores marcas, ganando la sesión a mis contrincantes en ese momento. De todas formas, realizando mi récord de vuelta en 1 minuto 43 segundos, me quedé muy lejos del récord del mes (1 minuto 15 segundos). Luego me comentaron que a aquellos que bajan del minuto 10 segundos, le dejan probar con un kart de mayor potencia.

Te facilitan todo el equipo (mono, casco, protectores, etc.), sin embargo, es obligatorio contar con zapatillas de deporte para que te dejen competir. El precio puede oscilar entre 14 BHD a 27 BHD.

Reservas aquí: Karting – Bahrain International Circuit.

Después de competir, visitamos la tienda oficial del circuito, donde puedes comprar desde camisetas de escuderías hasta réplicas de cascos y recuerdos del Gran Premio. También aprovechamos para ver desde el exterior el paddock principal, los boxes y la icónica torre de control. Aunque no vimos la carrera, sí que pudimos observar cómo cientos de trabajadores preparaban el gran premio que iba a celebrarse en un par de semanas.

El Árbol de la Vida

No muy lejos del circuito de Baréin, aislado entre dunas y sin agua a la vista, se alza el legendario Árbol de la Vida, un Prosopis cineraria que ha sobrevivido más de 400 años en condiciones extremas. Su existencia es un enigma tanto para científicos como para locales: algunos creen que sus raíces alcanzan acuíferos profundos, otros que condensa la humedad del aire, y no faltan quienes lo consideran un milagro natural. Este árbol solitario, símbolo de resistencia y misterio, se ha convertido en uno de los lugares más visitados y fotografiados del país.

El Árbol de la Vida no solo es un fenómeno botánico, sino también un icono cultural vinculado a antiguas leyendas de Dilmun e incluso al mito del Jardín del Edén. Su silueta verde contrasta con el paisaje desértico que lo rodea, creando una estampa mágica, especialmente al atardecer.

Apenas hay nada a su alrededor, y los ubers raramente llegan a esa zona por lo que descartamos la visita por dificultades logísticas. Sin embargo, si uno dispone de transporte o coche de alquiler, merecería la pena una corta visita para vislumbrar dicho milagro de la naturaleza.

De vuelta al pasado: explorando Muharraq

Desde el Circuito Internacional de Baréin tomamos un Uber hasta Muharraq, la antigua capital de Baréin, y quizás el lugar que mejor encapsula el alma histórica del país. Hoy es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO gracias al Pearling Path, un circuito cultural que recorre más de 20 hitos relacionados con la industria de la perla, que fue durante siglos el motor económico del archipiélago.

Adquirimos la entrada al recorrido (disponible en la casa de Abdullah Al Zayed por un precio poco relevante) y comenzamos nuestra ruta a pie por los callejones de esta isla llena de casas restauradas y memoria viva.

Sitios destacados dentro del itinerario de Muharraq:

  • Seyadi House: una de las mansiones más elegantes del siglo XIX, perteneciente a un acaudalado comerciante de perlas. Techos altos, celosías de madera, y una atmósfera que transporta al pasado dorado de Muharraq. Justamente al lado se encuentra la mezquita Siyadi.
  • Sheikh Isa bin Ali House (en reformas): aunque no pudimos entrar, su arquitectura tradicional con patios interiores y torres de viento es una joya de la época.
  • Bin Matar House: transformada en espacio cultural, esta antigua residencia muestra objetos, fotografías y documentos del comercio de perlas, con un enfoque íntimo y bien curado. Solo pudimos entrar a una pequeña parte de la casa, al estar el resto reservado para un evento.
  • Al Qaysariya Souq: uno de los zocos más antiguos del país, donde se vendían las perlas más valiosas del Golfo. Hoy aún se pueden comprar especias, telas y recuerdos en un ambiente lleno de autenticidad. Debido a las festividades del Eid al-Fitr, casi todas las tiendas se encontraban cerradas.
  • Pearling Path Visitor Center: punto ideal para comprender la ruta en su conjunto. Maquetas, mapas y explicaciones interactivas que contextualizan la historia. Debido a las festividades del Eid al-Fitr, también se encontraba cerrado, y por ello, tuvimos que acudir a la casa que describo a continuación para comprar la entrada.
  • Abdullah Al Zayed House: hogar del primer editor de periódico en Baréin y dónde compramos la entrada. Exhibe imprentas antiguas y artículos históricos, resaltando la vida intelectual del país. Puerta con puerta se localiza un especio mucho más sobrio (House of Architectural Heritage) donde pudimos ver una exposición de arte moderno.
  • Kurar House: un homenaje al arte textil tradicional femenino, donde se bordaban trajes con hilos dorados. Un rincón precioso para entender la artesanía local. Mención especial al precioso patio de la casa.
  • Al Nukhida House: dedicada al capitán de barco perlero, ofrece una visión de la navegación tradicional y las duras condiciones de trabajo de los buceadores de perlas.

La visita completa nos llevó un par de horas que acabó con un vibrante atardecer. Todo el circuito está bastante bien señalizado y se puede recorrer caminando en un entorno tranquilo, con sombra y zonas de descanso. Cuando compras la entrada te facilitan un mapa, que es aconsejable interpretarlo junto a Google Maps. También cuentas con la amable ayuda de los responsables de la custodia y visita de los lugares.

Almuerzo en House of Coffee

Para reponer fuerzas, comimos en House of Coffee, un restaurante tradicional ubicado en una antigua casa restaurada de Muharraq. El ambiente era sencillo pero auténtico, con mesas bajas, cojines árabes y café qahwa servido en pequeñas tazas de porcelana. Probamos platos locales como machboos de cordero y samboosas (empanadillas especiadas) o carne al estilo kebab, que nos transportaron directamente a la cocina bareiní más genuina.

Por la tarde: Qal’at al-Bahrain, el fuerte de la historia

Ya por la tarde, nos dirigimos a Qal’at al-Bahrain, también conocido como el Fuerte de Baréin, situado a las afueras de Manamá. Este sitio arqueológico también está inscrito como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y representa uno de los lugares más antiguos del país.

El fuerte, que se alza sobre un montículo artificial (o tell) formado por capas de ocupación humana de más de 4.000 años, fue construido en piedra por los portugueses en el siglo XVI sobre restos de civilizaciones anteriores. Desde las murallas se obtienen vistas panorámicas del skyline moderno de la ciudad, creando un contraste fascinante entre pasado y presente.

Además del fuerte, el complejo incluye un pequeño pero bien diseñado centro de interpretación, con objetos hallados en las excavaciones y maquetas que muestran cómo era el puerto y los asentamientos a lo largo de los siglos.

Pudimos disfrutar de un paseo en las últimas horas del día. Es un visita que uno no se puede perder aun sabiendo que tienes que desplazarte casi a las afueras de Manamá.

Noche en Manamá: sabores del mundo en Block 338

Al anochecer, dimos un paseo rápido por Little India, un barrio lleno de tiendas de ropa, salones de oro y restaurantes del sur asiático que reflejan la diversidad étnica del país. No nos detuvimos mucho, pero el colorido y la mezcla cultural se respiraban en cada esquina.

Cerramos el día en uno de los lugares de moda de la capital: Block 338, el distrito bohemio de Manamá. Este barrio peatonal está lleno de galerías, restaurantes y bares de diseño. Caminamos entre luces cálidas, música suave y terrazas llenas de vida.

Uno de los aspectos más destacables era una carpa donde a medida que avanzabas tenías puestecitos en los laterales ofreciendo diversos servicios (incluso gratuitos). Había un caricaturista muy entretenido dibujando rostros de aquellos que aguardaban pacientemente en una fila durante 20-30 minutos. También había un especialista en caligrafía árabe que amablemente nos regaló dos cartulinas con nuestros nombres en dicha caligrafía. Por último, en la parte final de la carpa, un grupo de música animaba el ambiente a un público feliz y relajado.

Nos encantó Calexico, un bar con aires californianos y cócteles cuidados, y también paramos en Café La Ventana, con decoración ecléctica y aire vintage. Finalmente, subimos a la azotea de Ourania, un lounge bar elegante donde disfrutamos de una copa con vistas a la ciudad iluminada. Música chill, brisa del golfo y una sensación de que Baréin había sido una grata sorpresa, llena de matices inesperados.

¿Vale la pena explorar Baréin en dos días?

Absolutamente. Aunque pequeño en tamaño, Baréin ofrece una rica combinación de historia, hospitalidad, arquitectura y vida moderna. En solo 48 horas, puedes pasar del rugido de un motor de F1 al susurro de un patio histórico, del zoco tradicional a una terraza chic con cócteles de autor.

Indispensable: las Perlas de Baréin

Una perla se forma cuando un granito de arena penetra en el caparazón de una ostra. El animal recubre al intruso con una capa de nácar para que resulte más suave y menos irritante. Cuanto más lo recubra, mayor será la perla. Las más grandes han atraído grandes sumas de dinero a lo largo de la historia, pero el tamaño no lo es todo. También se valora la profundidad y la calidad del lustre, así como la perfección de la forma y del color, que oscila entre el naranja claro y el gris hierro.

Su comercio se frenó con la aparición de las perlas cultivadas, actividad surgida en el Japón de los años treinta. Una perla cultivada se crea inyectando artificialmente una cuenta en el interior de la ostra. Aunque más uniformes y con un desarrollo más rápido, no son tan puras, pues poseen un centro extraño. Esta técnica acabó con la rentabilidad de la industria de las perlas naturales, aunque no así de las ostras, que hoy casi en todas las que se venden son cultivadas.

En un intento por reavivar ese sector tradicional, los saludables criaderos de ostras de la isla siguen permitiendo recolectar perlas naturales. De vez en cuando, el fondo del mar produce perlas grandes y con un color único —aquéllas que definen el carácter de la zona—. De lo más habitual es que las joyerías de Baréin vendan pequeñas perlas con tonos de color marfil, ensartadas individualmente y engarzadas en oro de 21 quilates.

Una visita a las joyerías del centro de Manama deja patente que las perlas siguen inspirando a los diseñadores locales. Una perla perfecta puede costar miles de euros, pero se pueden adquirir unos pendientes o un anillo por unos asequibles 40 BHD. Los precios de las joyas con perlas suelen ser fijos, pero no está de más pedir un descuento en las conchas de las ostras (25 BHD, incluida la perla que crece en su interior, gratis si el viajero está dispuesto a sumergirse en su busca).

Inmersiones

Aunque sumergirse a pleno pulmón como los curtidos ancianos que navegaban en dhows de madera durante semanas es una experiencia que cuesta recrear, el submarinismo de las perlas es hoy una actividad turística regulada por el Gobierno.

Todos los circuitos de submarinismo en busca de perlas salen del puerto de Ras Rayyah, en isla Muharraq, y deben reservarse a través del portal gubernamental. Los submarinistas con licencia PADI pueden explorar los cuatro enclaves —Sayah, Bu Amamma, Shtayaah y Bulthama en el Golfo—, pero quienes no dispongan de licencia solo pueden practicar esnórquel en Sayah.

Desafortunadamente, no pudimos realizar esta actividad por falta de tiempo y planificación anterior. A diferencia de otros lugares, en Baréin no “venden tours” o “paquetes de buceo” de perlas en cada esquina turística de la ciudad. De hecho, el poco desarrollo turístico de Baréin ofrece la posibilidad de que esta actividad sea menos explorada que otro tipo de actividades masificadas en otros lugares del mundo.