Viajar a Baréin es adentrarse en un pequeño país insular donde la tradición árabe convive con la modernidad, este sí es país de rascacielos. Situado entre Arabia Saudí y Catar, este archipiélago del Golfo Pérsico —compuesto por 33 islas— ha sido durante milenios un punto estratégico de comercio, cultura y poder. Su nombre significa “dos mares” en árabe, haciendo referencia a las aguas dulces que fluyen bajo el mar salado y que dieron vida a sus primeras civilizaciones.
A diferencia de sus vecinos más ostentosos, Baréin mantiene un encanto más sutil: mezquitas elegantes, rascacielos de cristal, mercados antiguos y fuertes portugueses conviven en un mismo paisaje. Es un país de contrastes donde las huellas del pasado perviven en sus calles y su gente. Aunque su tamaño es reducido (tan solo unos 760 km²), su historia es profunda y su papel geopolítico, crucial.
De Dilmun al petróleo: un poco de historia de Baréin
Los orígenes: la civilización de Dilmun
Baréin fue el corazón de la antigua civilización de Dilmun, que floreció alrededor del 3000 a.C. Dilmun era un importante centro comercial entre Mesopotamia y el valle del Indo, especialmente cobre, piedras preciosas, madera y perlas. En los textos sumerios, aparece como una tierra sagrada y rica en agua. Se considera uno de los asentamientos más antiguos de la región del Golfo y duró aproximadamente desde el mencionado 3000 a.C. hasta el 600 a.C., aunque su apogeo se sitúa entre el 2000 y el 1600 a.C.
El auge del comercio de perlas
Durante siglos, el archipiélago de Baréin vivió principalmente del comercio de perlas naturales, siendo uno de los principales productores a nivel mundial. Las perlas del golfo eran famosas por su calidad y belleza, y generaban riqueza para las élites locales. Este negocio sostenía la economía antes del descubrimiento del petróleo. De hecho uno de los atractivos turísticos de Baréin esta relacionado con las perlas, ya sea a través de su compra en joyerías o la búsqueda de perlas naturales a través de agencias de buceos.
Presencia portuguesa y control tribal
En el siglo XVI, los portugueses ocuparon Baréin durante unos 80 años, como parte de su estrategia de control de las rutas comerciales del Golfo. Posteriormente, diferentes tribus árabes lucharon por el control, hasta que en 1783 la familia Al Khalifa, de origen árabe, tomó el poder, estableciendo una monarquía que persiste hasta hoy.
Protectorado británico (siglos XIX-XX)
A partir del siglo XIX, Baréin firmó varios tratados con el Reino Unido, convirtiéndose en un protectorado británico. Londres aseguraba protección militar a cambio de control sobre los asuntos exteriores del país. Esta relación fue clave para mantener a los Al Khalifa en el poder frente a tensiones internas y regionales.
Descubrimiento del petróleo (1932)
Baréin fue el primer país del Golfo en descubrir petróleo, lo que transformó radicalmente su economía. La riqueza del crudo sustituyó al negocio de las perlas, que colapsó con la llegada de las perlas cultivadas japonesas.
Este descubrimiento permitió una modernización acelerada, con inversiones en infraestructura, educación y salud, pero también acentuó las diferencias sociales: la riqueza se concentró en la élite suní, mientras que la mayoría chií se mantuvo marginada.
Independencia y tensiones internas
En 1971, Baréin se independizó oficialmente del Reino Unido. A lo largo de las décadas siguientes, se implementaron reformas políticas parciales, con altibajos, y se mantuvieron las tensiones entre la monarquía suní y la población mayoritariamente chií, que reclamaba más representación y derechos civiles.
La Primavera Árabe (2011)
En 2011, Baréin fue uno de los escenarios de protestas dentro del contexto de la Primavera Árabe. La mayoría chií se movilizó para exigir reformas democráticas. Las protestas fueron duramente reprimidas con ayuda militar de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, bajo el paraguas del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). El régimen endureció su control, disolvió partidos opositores, restringió la libertad de prensa y encarceló a numerosos activistas de derechos humanos.
🌍 Baréin hoy: geopolítica y modernidad en equilibrio
Actualmente, Baréin es una monarquía constitucional liderada por el rey Hamad bin Isa Al Khalifa. Aunque su economía se ha diversificado (sector financiero, telecomunicaciones, turismo), el petróleo sigue siendo clave. A nivel regional, mantiene una fuerte alianza con Arabia Saudí (su garante político y económico) y con Estados Unidos, que tiene en Baréin la base naval de la 5ª Flota, asegurando su presencia estratégica en el Golfo.
No obstante, el país sigue enfrentando desafíos internos: tensiones sectarias persistentes, restricciones a las libertades civiles y la necesidad de avanzar en un modelo económico más sostenible. Baréin camina entre su herencia histórica y su aspiración moderna, en un equilibrio delicado, pero profundamente interesante para cualquier viajero curioso.
🕌 Manamá y Muharraq: del corazón histórico al alma moderna de Baréin
Muharraq: la antigua capital y cuna de la identidad bareiní
Antes de que los rascacielos y centros financieros tomaran protagonismo en el skyline de Baréin, la capital del país era Muharraq, una isla situada al noreste del archipiélago, conectada hoy por carretera con la isla principal. Muharraq fue el centro político y económico durante siglos, y aún conserva ese aire tradicional que se respira en sus casas de coral, sus mezquitas centenarias y sus barrios de comerciantes de perlas.
Durante el auge del comercio perlístico en los siglos XIX y XX, Muharraq era un hervidero de actividad marítima y cultural. Fue sede del primer aeropuerto de Baréin, y de las primeras escuelas y teatros. Hoy en día, muchos de sus edificios históricos han sido restaurados y forman parte del circuito del patrimonio de la UNESCO, en el que destaca el Camino de las Perlas, un recorrido fascinante que cuenta la historia de esta industria a través de casas, zocos y almacenes tradicionales.
El traslado de la capital a Manamá
Con el descubrimiento del petróleo en 1932 y el inicio del proceso de modernización, la capitalidad se trasladó gradualmente a Manamá, que ofrecía más espacio para crecer y una mejor conexión con el mar abierto. Manamá comenzó a expandirse rápidamente, desarrollando barrios administrativos, comerciales y residenciales. A medida que el país avanzaba hacia la independencia, la ciudad se consolidó como centro político, económico y diplomático, convirtiéndose oficialmente en la capital del Estado de Baréin.
Manamá hoy: contraste entre tradición y modernidad
Hoy, Manamá es una ciudad dinámica, moderna y multicultural, donde las huellas de la historia se mezclan con el pulso del presente. Aquí se encuentra el World Trade Center de Baréin, un rascacielos con turbinas eólicas integradas que simboliza el espíritu innovador del país. A poca distancia, el zoco de Manamá ofrece especias, tejidos y perfumes en un laberinto de callejuelas con sabor local.
La ciudad alberga instituciones clave como el Museo Nacional de Baréin, que repasa desde Dilmun hasta la era moderna, así como la Gran Mezquita Al-Fateh, una de las más grandes del mundo, abierta a visitas no musulmanas. La Corniche, con vistas al mar, y los cafés frente al golfo invitan a paseos tranquilos tras una jornada de exploración.
Manamá también es epicentro de eventos culturales y económicos como el Festival de Primavera de Baréin, la Exposición Internacional de Joyería Árabe, y el Gran Premio de Fórmula 1, que atrae cada año a miles de visitantes.
Pese al crecimiento, la ciudad mantiene una escala humana y un ambiente relajado en comparación con otras metrópolis del Golfo. Es común ver a locales tomando café árabe al atardecer o paseando por la zona de Adliya, conocida por su oferta de arte, gastronomía internacional y vida nocturna refinada.